lunes, 21 de marzo de 2011

LA RELIGION COMO IDOLATRIA

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Hay una idolatría solapada y que puede pasar desapercibida por lo que es una de las más peligrosas. Cuando la religión se convierte en un ídolo es muy difícil descubrirlo y en la mayoría de los casos nos hace ver lo bueno como malo y lo malo como bueno. Nos produce una distorsión de la mente y del corazón. Se consagra un supuesto orden natural como sagrado, y unas definiciones de la divinidad como intocables. He ahí que habiendo creado Dios el hombre a su imagen y semejanza, vemos ahora a Dios creado a imagen y semejanza de Dios. Es la religión como ideología, y a Dios al servicio de esa ideología. No debe extrañarnos entonces que en nombre de la religión se hayan convertido auténticos crímenes contra la dignidad de las personas y se sigan cometiendo…
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Jesús fue rechazado y condenado por las personas más religiosas de su tiempo (¿a qué nos suena esto hoy?). Y fue rechazado y condenado precisamente porque la gente más religiosa de entonces consideró que era un blasfemo y un impostor, es decir, el enemigo más radical de la religión.
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¿Por qué sucede esto? Cuando el hombre convierte a Dios en un objeto y lo encierra en unas fórmulas dogmáticas, puede domesticar a Dios. Y Dios una vez domesticado queda al servicio de la ideología. Y ya tenemos una religión convertida en ídolo. Hecho esto, el hombre se autoengaña pensando que se relaciona con Dios; bien puede suceder que, en realidad, con lo que se relaciona es con las objetivaciones de Dios que el mismo hombre construye. Y así el hombre queda apresado ilusoriamente en sus mediaciones.
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A partir de aquí la religión convertida en ídolo, impide al hombre escuchar la voz de Dios, y así somete a Dios a sí mismo. De aquí a la deificación de algunos hombres como representantes de Dios y dueños absolutos de su voluntad sólo hay un paso. Así pasó en el cristianismo primitivo; Jesús anunció que era necesario que él se fuera, y que mandaría el Espíritu para dirigir su comunidad. Pero algunos en la primitiva Iglesia pensaron era necesario “sustituir” a Jesús haciéndose sus vicarios; y la cabeza invisible de la Iglesia, necesitó un cabeza visible que representara a Aquel que seguía presente en su Espíritu.
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Esta idolatría como dije al principio es muy peligrosa; este hombre religioso puede llegar a matar por defender a su dios y a su religión. Tiende en nombre de Dios a condenar a los que no piensan como él, y se cree dueño absoluto de la verdad, una verdad inmóvil, absoluta, y que depende del o de los representantes humanos de Dios.
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Estos hombres terminan siendo víctimas de su propia Dios, creación de sus mentes, y terminan viviendo enfrentados con todos los que viven a su alrededor. Son personas débiles, incapaces de enfrentarse a su propia libertad, a tomar decisiones que comprometan su vida. Por eso delegan su libertad en unos personajes a los que creen imbuidos de poderes divinos y de la posesión de la verdad. Los frutos de la religión como idolatría crean muchas víctimas, personas pesimistas, que suelen sentirse siempre perseguidas, y suelen tener delirios de grandezas pensando que ellos son los elegidos para defender la verdad. Por no alargarme más en el siguiente artículo veremos los remedios de todo esto… así que continuará…
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