tag:blogger.com,1999:blog-512854290949636372024-02-19T18:51:33.138-08:00Una Santa CatolicaProfesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.comBlogger74125tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-63803296077555174752012-01-13T03:33:00.000-08:002012-01-13T03:35:21.612-08:00HOMOSEXUALIDAD, ABORTO, LIBERALISMO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihacwiEts7kWWAjT1E4xX0xUKmrhlWOUR-WSQ-FHdGZ9IHxCb6Wjgdn6TRGAltNgXWe4e7m4HGv4nZJAcSFkSgP3D375j0aNpLlHl3lXAFIJ8SIFB6eZguru0zawN1hRYo3YLQsrbhs-w/s1600/satanas+y+su+sistema.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 272px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihacwiEts7kWWAjT1E4xX0xUKmrhlWOUR-WSQ-FHdGZ9IHxCb6Wjgdn6TRGAltNgXWe4e7m4HGv4nZJAcSFkSgP3D375j0aNpLlHl3lXAFIJ8SIFB6eZguru0zawN1hRYo3YLQsrbhs-w/s400/satanas+y+su+sistema.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5697078434230896258" border="0" /></a><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center; color: rgb(51, 102, 255);"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">por <span style="font-style: italic;">José María Castillo</span></span></span><br style="font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></span><br style="font-family: arial;"></div><span style="color: rgb(255, 255, 255);font-size:100%;" ><span style="font-family: arial;">.</span></span><br style="font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">Con frecuencia me pregunto por qué los contenidos de estas tres palabras se asocian en la ideología y la mentalidad de no pocas personas. Por lo general, se trata de personas vinculadas a grupos religiosos y políticos relacionados con la extrema derecha. Lo que acrecienta mi curiosidad en este asunto. Porque, durante tiempo, me he preguntado qué tienen que ver, entre sí, tres ámbitos de la realidad que, a primera vista al menos, no tienen nada que ver entre ellos: el sexo, la defensa de la vida y las relaciones económicas y laborales. ¿Por qué estas tres cosas interesan tan vivamente y por igual a personalidades tan diferentes como pueden ser un cardenal de la Iglesia católica y un senador republicano que aspira a ser candidato en las próximas presidenciales de Estados Unidos? Porque exactamente esto es lo que ha ocurrido, con sus lógicas variantes, lo mismo en la Misa que se celebró en la Plaza de Colón de Madrid, hace unos días, que en el arranque de la carrera presidencial republicana en Iowa (EE.UU.). Es verdad que el cardenal Rouco Varela, en la reciente eucaristía de la familia, no habló del liberalismo económico. Pero es bien sabido que, pocos días antes de la mencionada eucaristía, a la vista del triunfo electoral del PP, el cardenal exhortó a los católicos a ser fieles cumplidores de las decisiones del nuevo Gobierno. En definitiva, un mensaje que viene a coincidir en los tres términos indicados: serias reservas ante la homosexualidad y ante la vigente ley del aborto, al tiempo que se asumen gustosamente opciones políticas que favorecen el liberalismo económico. ¿Por qué sucede esto? ¿Qué extraño parentesco puede existir entre las restricciones a la homosexualidad y al aborto y las exhortaciones para aceptar decisiones que son claramente liberales o neo-liberales?</span></span><br style="font-family: arial;"><br style="font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">La respuesta es DIOS. Sí, es el Dios de la “pureza”, que sólo permite el placer sexual para procrear; el Dios de la “vida”, que no tolera la muerte de los embriones y los fetos; y el Dios de los “mercados”, que protege y potencia los negocios de las bolsas y las finanzas. En ese Dios, al que sólo pueden ser fieles quienes rechazan el placer sexual que no puede engendrar hijos, quienes condenan las agresiones a la vida antes del nacimiento, y quienes defienden la mayor libertad posible en las relaciones laborales y en los negocios financieros, ése es el Dios que une, en un mismo proyecto a los republicanos de Iowa, a los miembros del Tea Party, a los severos moralistas que aconsejan al cardenal de Madrid y a los políticos de la derecha pura y dura.</span></span><br style="font-family: arial;"><br style="font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">Yo no creo, ni puedo creer, en semejante Dios. Y conste que yo estoy en contra del aborto. Pero estoy también en contra de la pena de muerte. Y en contra de los negocios turbios que son responsables de que cada día mueran más de 30.000 niños a causa del hambre. Y en contra de las guerras “justas”. Y en contra de los dictadores que matan al que le estorba. Y en contra de la carrera de armamentos. Y en contra de todo lo que es agente de sufrimiento y muerte. Por eso me pregunto: los que tanto creen en el Dios de la “vida”, ¿por qué demonios limitan sus discursos y diatribas al aborto y la eutanasia? ¿No les parece a Vds. que eso da que pensar?</span></span><br style="font-family: arial;"><br style="font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">Yo no creo tampoco en el Dios de la “pureza”, que limita el placer sexual a aquellas formas y condiciones en que ese placer puede producir hijos, es decir, puede perpetuar la especie. Porque eso equivale a reducir la sexualidad a mera genitalidad y, en definitiva, a mera animalidad. Eso es lo que hacen los animales: aparearse para tener hijos. ¿Estamos realmente seguros de que eso es lo propio y específico del amor humano? Lo característico del amor, en las grandes tradiciones religiosas de la humanidad, es unir a las personas. Así lo entendieron los judíos, los griegos y los romanos. Y es importante saber que los cristianos, por lo menos hasta el siglo VII, no tuvieron ninguna forma propia de “matrimonio cristiano”. Hasta el s. VIII, con seguridad, el común de los cristianos se casó como se casaba todo el mundo en el Imperio y según el derecho romano.</span></span><br style="font-family: arial;"><br style="font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">Yo no creo, ni me cabe en la cabeza, el Dios de los “mercados”. Sencillamente porque ése no es el Dios del Evangelio. Jesús dijo que no se puede creer en el dinero y en Dios. Jesús dijo incluso que “no podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24). ¿Y qué son los mercados sino un servicio incondicional al dinero, hasta trastornar a los servidores de ese negocio canalla (recomiendo ver el film “Inside Job”), destrozando la vida de millones de seres humanos, como lo estamos palpando ahora mismo en la macabra situación en que nos vemos metidos?</span></span><br style="font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;">Yo me pregunto por qué no hablan de estas cosas los que a todas horas no paran de sacar a colación la maldad del aborto y la homosexualidad, al tiempo que ensalzan sin pudor las excelencias de los mercados.</span></span><br style="font-family: arial;"></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-91657080014650425722011-12-28T04:16:00.000-08:002011-12-28T04:21:22.785-08:00LAS PALABRAS SON "LO MENOS IMPORTANTE" ¿DE VERDAD?<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpOeM3Imyc0SXnogaIYmp1RJpT-EvvsCQ_ABvU923T_bObKEjD13_-NWlr6d0HLAIob8jBzQPjGXg8P1ZNlMMQXwM2OEmnoTxO1WTbzVS2tQhJ2WmG6IxbuiajQMNA6JjdQSCfjHBJmAI/s1600/palabras.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 270px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpOeM3Imyc0SXnogaIYmp1RJpT-EvvsCQ_ABvU923T_bObKEjD13_-NWlr6d0HLAIob8jBzQPjGXg8P1ZNlMMQXwM2OEmnoTxO1WTbzVS2tQhJ2WmG6IxbuiajQMNA6JjdQSCfjHBJmAI/s400/palabras.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5691152219646847698" border="0" /></a><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);font-size:85%;" >por <span style="font-style: italic;">José María Castillo</span></span><br /><span style="color: rgb(51, 102, 255);font-size:85%;" >(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span><br /></div><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /></span><!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:alwaysshowplaceholdertext>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:compatibility> <w:breakwrappedtables/> <w:snaptogridincell/> <w:wraptextwithpunct/> <w:useasianbreakrules/> <w:dontgrowautofit/> </w:Compatibility> <w:browserlevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel> </w:WordDocument> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <w:latentstyles deflockedstate="false" latentstylecount="156"> </w:LatentStyles> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 10]> <style> /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:#0400; mso-fareast-language:#0400; mso-bidi-language:#0400;} </style> <![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <o:shapedefaults ext="edit" spidmax="1026"> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <o:shapelayout ext="edit"> <o:idmap ext="edit" data="1"> </o:shapelayout></xml><![endif]--><div style="text-align: justify;"><span lang="ES-AR" style="font-family:Arial;">La nueva ministra, Ana Mato, al referirse a un reciente crimen de violencia machista, no ha hablado de violencia “<span style="font-style: italic;">de género</span>”, sino de violencia “<span style="font-style: italic;">doméstica</span>”. A juicio de la señora Mato, las palabras son “<span style="font-style: italic;">lo menos importante</span>”; lo que importa son los hechos. ¿De verdad es eso así, señora ministra? Entonces, ¿por que su partido, el PP, no tolera que a los homosexuales que se casan legalmente se les llame “<span style="font-style: italic;">matrimonio</span>”? Y, si de la política, nos vamos a la religión, ¿por qué al obispo de Roma no dejamos de llamarle “<span style="font-style: italic;">Papa</span>”? Seguramente, mucha gente no sabe que, en el Evangelio, Jesús prohíbe tajantemente que a nadie se le llame “<span style="font-style: italic;">padre</span>” (eso significa en su origen la palabra “<span style="font-style: italic;">Papa</span>”) en la tierra, “<span style="font-style: italic;">pues vuestro Padre es uno solo, el del cielo</span>” (<span style="font-size:85%;">Mt XXIII, 9</span>). ¿O por qué no abandonamos el título de “<span style="font-style: italic;">Sumo Pontífice</span>” para designar al obispo de Roma? Ese título y esas palabras no son ni cristianas. Eran el título que utilizaba el emperador de Roma. Un título contra el que se pronunció con dureza san Ambrosio, en el s. IV. Hasta que consiguió que el emperador Graciano renunciase a él. Y ya no hubo más emperadores que pudieran admitir el pomposo título de “<span style="font-style: italic;">Sumo Pontífice</span>”. Hasta que el papado se lo apropió, siguiendo el criterio del mismo san Ambrosio, en su carta al obispo arriano Ausencio: “<span style="font-style: italic;">El emperador está dentro de la Iglesia, no sobre la Iglesia</span>” (<span style="font-size:85%;">PL 16, 1018</span>). Y, entonces, lo que ocurrió es que se puso sobre el emperador fue el Papa, olvidando (de nuevo) lo que dijo Jesús a sus apóstoles: “l<span style="font-style: italic;">os jefes de las naciones las dominan... No ha de ser así entre vosotros....; al contrario, el que quiera ser el primero, ha de ser siervo de todos</span>” (<span style="font-size:85%;">Mc X, 42-44</span>).<a name="more307760"></a></span></div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family:Arial;"><a name="more307760"></a> Lo repito una vez más: no digo estas cosas por atacar a la Iglesia o denigrar la política. Digo estas cosas porque me importa mucho la Iglesia y quiero su bien. Que no se ría nadie de ella, sino que se haga respetar y amar por su conducta ejemplar. Ni más ni menos que eso.</span></p>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-84425346950821629292011-12-28T04:13:00.000-08:002011-12-28T04:16:42.527-08:00RETROCEDIENDO 1200 AÑOS<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu2_GMZeN0SUZp3JgRwnIT6O4tFf3W2IxEIQMhzpBnk810eBW_xP0Mw3e-qIM0cuV9MQlSQbdrtsMKx7uLmpWcbGs3wDw0NzVaP8VSNZl3Fw3ILhcvSofAnp8DE2_QAEYtBNCHJNnhHMA/s1600/tridentine-MISSAE.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 280px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu2_GMZeN0SUZp3JgRwnIT6O4tFf3W2IxEIQMhzpBnk810eBW_xP0Mw3e-qIM0cuV9MQlSQbdrtsMKx7uLmpWcbGs3wDw0NzVaP8VSNZl3Fw3ILhcvSofAnp8DE2_QAEYtBNCHJNnhHMA/s400/tridentine-MISSAE.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5691151316012778578" border="0" /></a><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /><div style="text-align: center; color: rgb(51, 102, 255);"><span style="font-size:85%;">por <span style="font-style: italic;">José María Castillo</span><br />(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)<br /></span></div><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /><!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:alwaysshowplaceholdertext>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:compatibility> <w:breakwrappedtables/> <w:snaptogridincell/> <w:wraptextwithpunct/> <w:useasianbreakrules/> <w:dontgrowautofit/> </w:Compatibility> <w:browserlevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel> </w:WordDocument> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <w:latentstyles deflockedstate="false" latentstylecount="156"> </w:LatentStyles> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 10]> <style> /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:#0400; mso-fareast-language:#0400; mso-bidi-language:#0400;} </style> <![endif]--><div style="text-align: justify;"><span style="mso-ansi-language:ES-AR;font-family:Arial;" lang="ES-AR">Se sabe que en el <span style="font-style: italic;">Liber officialis</span> de Amalario (hacia el año 827), ya se veía la Misa como un ritual ofrecido, no tanto por los fieles, sino principalmente por los sacerdotes (<span style="font-size:85%;">Y. Congar</span>). Y es que, durante el siglo VIII, ocurrió que las lenguas vulgares se desarrollaron entre la gente, mientras que el clero mantuvo el latín como lengua propia de la religión y de la liturgia. La consecuencia fue que el pueblo entendía cada día menos lo que era la Misa y lo que se enseñaba en la Iglesia. Además, a partir de aquel tiempo, el Canon de la Misa se empezó a rezar en voz baja, los sacerdotes comenzaron a decir la Misa de espaldas al pueblo, los fieles dejaron de acercarse al altar para presentar sus ofrendas, se multiplicaron las Misas privadas, es decir, Misas que ofrecía el cura solo sin asistencia de fieles....<a name="more307614"></a></span><span lang="ES-AR" style="font-family:Arial;"><br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br />La consecuencia principal, que tuvo todo esto, fue que el contenido concreto de la palabra “ecclesia” se vio seriamente afectado. Porque, desde entonces, esa palabra empezó a designar sobre todo al clero (Gregorio IV, Juan VIII, los <span style="font-style: italic;">Capítula</span> de Floro, el Seudo-Isidoro...), quedando los fieles cristianos prácticamente desplazados. Los laicos pasaron así a ser la clientela de los clérigos, al tiempo que éstos fueron quienes monopolizaron la capacidad, de hecho, para pensar y decidir en asuntos de religión cristiana y de Iglesia.</span></div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-AR;font-family:Arial;" lang="ES-AR"> Comprendo que es desagradable recordar estas cosas precisamente en estos días gozosos de la Navidad. Pero es que están sucediendo cosas que -como se repite desde antiguo-, si los humanos callamos, gritarán las piedras. Cada día hay menos sacerdotes, menos religiosas y menos frailes. Y menos gente en las iglesias. La Iglesia va perdiendo presencia y credibilidad a una velocidad alarmante. Y lo peor de todo es que, estando así las cosas, hay gente que se alegra de que aumente el número de curas y obispos que dicen la Misa en latín, de espaldas al pueblo, obligando a la gente a comulgar de rodillas, sacando la lengua, recuperando devociones de antaño, con los rezos, los usos y costumbres del tiempo de nuestros abuelos.</span></p><div style="text-align: justify;"><span style="mso-ansi-language:ES-AR;font-family:Arial;" lang="ES-AR">Pero, ¿es que nadie se da cuenta de que, por ese camino, estamos retrocediendo más de 1.200 años? ¿No salta a la vista de que así, lo que hacemos es alejarnos más del común de los mortales? ¿Es que no vemos que todo eso es, en definitiva, una traición a Dios, que en Jesús se hizo Palabra, es decir, comunicación, lenguaje que se entiende, que nos dice y nos exige, y se comunica con nosotros? En realidad, ¿con quién queremos comunicarnos: con la gente de hoy o con la gente de hace más de mil años? Yo ya soy un anciano de 82 años. Pero eso no me impide ver que el Papa está que ya apenas puede tenerse de pie. Y eso me da pena. Como me da pena oír los despropósitos que dicen algunos obispos. Y el desaliento generalizado de buena parte del clero. Y la desbandada de tantos miles y miles de creyentes que ya no esperan nada de la Iglesia. Sé muy bien lo que me van a decir de todo por escribir esto. Pero no me puedo callar. No me siento redentor de nada, ni de nadie. Pero no me quiero ir de este mundo con la boca sellada por cobardía, por miedo o por no complicarme la vida. No puedo hacer eso. No quiero, de ninguna manera, que la Iglesia camine en dirección opuesta a la dirección que lleva la gran mayoría de la población mundial. No soporto ver que mantenemos tradiciones, que no sirven ya para nada, al tiempo que hacemos el ridículo manteniendo costumbres y afirmando normas que no convencían ni a nuestros antepasados. Me dirán que estoy chocheando. No me importa en absoluto. Lo único que me importa es gritar claro, aunque sea gritar en el desierto. Y conste que los problemas de fondo de la Iglesia son problemas mucho más serios y bastante más graves.<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /></span> </div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-46252362643507490752011-11-19T10:34:00.000-08:002011-11-19T10:37:47.761-08:00EL EANGELIO LLEGO TARDE<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5BjoieENqRVb8jpidM31hmYMZI8JOV0zG6kEp-wqr8nR9PebhgeK90eWdwoncyLfig2tfcT7kl7WdhXM58asamQKQfMEU7ouUivEtPrOIOn145L4Lh51o_v0gYPNoWGQyTcUIOXn0rOc/s1600/SanPablo05.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 267px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5BjoieENqRVb8jpidM31hmYMZI8JOV0zG6kEp-wqr8nR9PebhgeK90eWdwoncyLfig2tfcT7kl7WdhXM58asamQKQfMEU7ouUivEtPrOIOn145L4Lh51o_v0gYPNoWGQyTcUIOXn0rOc/s400/SanPablo05.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5676777483403488818" border="0" /></a><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /><div style="text-align: center; color: rgb(51, 102, 255);">por <span style="font-style: italic;">José María Castillo</span><br />(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)<br /></div><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><br /><div style="text-align: justify;">Ocurre con frecuencia que, entre cristianos, se le da más importancia a los ritos, a las normas, a la organización, a la gestión de la autoridad o a los asuntos económicos (a todo eso), que a la fidelidad al Evangelio. Por eso, muchos veces me pregunto: <strong>¿qué nos pasa a quienes nos consideramos creyentes en Jesús, que el principio rector de nuestras vidas no es justamente el mismo principio que rige nuestra forma de vivir?</strong><a id="more305285" name="more305285"></a> </div><p style="text-align: justify;">Este problema - por lo que yo he podido informarme - viene de lejos. No es cosa de ahora. Se trata de <strong>un asunto que tiene sus orígenes en los orígenes mismos del cristianismo</strong>. La cosa se comprende en cuanto se tiene en cuenta cómo y cuándo se organizaron las primeras “iglesias”. Y también cuando se sabe cómo y cuándo, en aquellas primeras “iglesias”, se conocieron los evangelios, es decir, lo que fue la vida de Jesús y lo que aquella vida representa para nuestra vida. </p><p style="text-align: justify;">Quiero decir lo siguiente: Jesús murió en los años 30 del s. I. San Pablo escribió sus cartas a “iglesias” que él mismo había fundado, y de las que se sentía responsable, entre los años 49 al 56. Los <strong>evangelios</strong>, en la redacción que ha llegado hasta nosotros, se empezaron a difundir después del año 70 y no se terminaron de conocer hasta finales del s. I o quizá algo después. Los Hechos de los Apóstoles se redactaron entre los años 80 y 90.</p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;">Todo esto quiere decir que <strong>las primeras “iglesias” (de las que tenemos noticia) se organizaron de acuerdo con las ideas y creencias que les trasmitió el apóstol Pablo</strong>. Pero sabemos que Pablo no conoció a Jesús. Ni mostró interés por informarse de la vida terrena de Jesús. A Pablo “se le apareció” el Cristo resucitado y glorioso (Gal 1, 11-16; 1 Cor 9, 1; 15, 8; 2 Cor 4, 6). Es más, Pablo llegó a decir que el conocimiento de Cristo “según la carne” no le interesó (2 Cor 5, 16). </p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;">Por tanto, hay indicadores suficientes para pensar que las primeras “iglesias” cristianas, de las que tenemos noticia, tuvieron su vida, sus esperanzas y sus motivaciones más determinantes en la gloria, en el cielo, en la eternidad, allí donde ellos pensaban encontrar al Señor de Gloria. La vida, el ejemplo, la bondad, la profunda humanidad de Jesús, todo eso, fue conocido por muchas comunidades, y por las más importantes “iglesias” de la primera hora, bastantes años más tarde, quizá veinte o treinta años después. Se puede decir que <strong>el “Señor glorioso” se adelantó al “Jesús terreno”</strong>. </p><div style="text-align: justify;">Por esto he dicho que “el Evangelio llegó tarde”. Tan tarde, que, a no pocos bautizados, no nos ha llegado todavía. Esto es lo que explica, en definitiva, por qué nos preocupa más “someternos” al Señor glorioso que “seguir” al Jesús terreno. Y por eso ha pasado lo que tenía que pasar, estando así las cosas:<strong> tenemos un Cristianismo con mucha autoridad, pero llevamos una vida con muy escasa ejemplaridad</strong>.<br /></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-1581907821921819682011-06-05T03:42:00.000-07:002011-06-05T03:50:19.919-07:00EL OBISPO<span style="color:#ffffff;">.</span><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrLnul3_bzqMcEswR0XdS_eLCLZw3ctIZ3ziiEgarg-IIBpgV-H3dTBBtmNtC1hlJXmBjvC23mX-4AnEIJq3kl2D3Dkqu2mhVqrVn9x77AONHLaJrVf3-eA4F6aKRcMtsuCFNK26TwBXk/s1600/obispo_orihuela_alicante_110509_1_ok_red.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5614684392872244162" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 364px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrLnul3_bzqMcEswR0XdS_eLCLZw3ctIZ3ziiEgarg-IIBpgV-H3dTBBtmNtC1hlJXmBjvC23mX-4AnEIJq3kl2D3Dkqu2mhVqrVn9x77AONHLaJrVf3-eA4F6aKRcMtsuCFNK26TwBXk/s400/obispo_orihuela_alicante_110509_1_ok_red.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><br /><div align="justify"><strong><span style="color:#3333ff;">I. Introducción de carácter bíblico-teológico<br /></span></strong><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El primer ministerio sagrado constituye, sin duda, el punto de partida de la teología de los órdenes, porque los obispos han sido considerados por la tradición cristiana como los sucesores de los apóstoles (o en los apóstoles).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><strong><span style="color:#3366ff;">1. ORIGEN DEL MINISTERIO EPISCOPAL.</span></strong> Ciertamente, no todas las funciones de los apóstoles son transmisibles (por ejemplo, el hecho de haber sido testigos oculares de Cristo); pero no puede negarse que la tradición católica, en el sentido más amplio del término, ha considerado el ministerio de los doce, a los que ya Pablo llama apóstoles por excelencia (cf. 1º Cor XII, 28), como el fundamento de una cadena ininterrumpida destinada a garantizar la perpetuidad de la misión y del servicio ministerial de la iglesia, sobre todo a través de la sucesión episcopal.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>La antigua teología católica nos representaba la sucesión apostólica de manera un poco mecánica, en la continuidad histórica del gesto, ya en uso en el AT, de la imposición de manos acompañado de una oración (He I, 24), que une a cada obispo a uno de los doce apóstoles. Hoy, bajo la influencia del progreso exegético, se tiene en cuenta también el punto de vista que considera la sucesión colegial en el culto, en la doctrina y en la disciplina, ya que estos elementos están unidos entre sí, aunque se considera que continuidad doctrinal y jurídica no son estrictamente constitutivas de la sucesión apostólica.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Así, no se excluye la existencia de la sucesión apostólica en el caso de divergencias doctrinales notables; mientras, en el campo católico todavía no nos hemos pronunciado oficialmente sobre la validez de la ordenación de los obispos vagos, o sea, sin una esfera pastoral determinada y en desacuerdo con las grandes confesiones cristianas.<br /><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Pero aparte del problema de la naturaleza de la sucesión apostólica, existe el problema de las relaciones entre episcopado y primado del pontífice romano, que constituye uno de los puntos cruciales de la teología patrística y escolástica, y hoy ecuménica.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>En la función del episcopado aparece de manera preeminente el lugar del ministerio de la iglesia, porque en él se concentran las funciones comunes del pueblo de Dios participadas del sacerdocio de Cristo: apóstol (Heb III, 1), obispo (1º Pe II, 15), diácono (Mc X, 45; Rom XV, 8), pastor (Jn X, 11; Heb XIII, 20), sumo sacerdote (Heb III, 1), rey (Jn XVI, 17), maestro (Mt XXIII, 8), profeta (Jn VI, 14; He III, 22). Si hay una igualdad básica entre los fieles que se extiende a las funciones comunes del pueblo sacerdotal, existe, sin embargo, una diferencia en los miembros del pueblo de Dios; efectivamente, la Escritura no menciona únicamente a los miembros hechos santos-elegidos-redimidos, adornados de diversos carismas para la edificación del pueblo de Dios (1º Cor XII, 4-11; Rom XII, 6s), sino también a aquellos que poseen carismas especiales de enseñanza, de gobierno y de santificación en la iglesia. Así como se da una cierta identidad entre Cristo y la iglesia y al mismo tiempo Cristo se sitúa frente a la iglesia como la cabeza de su cuerpo; así, respecto al servicio del ministerio ejercido por medio de la comunidad, existe el servicio de la comunidad misma, o sea, el servicio en que la iglesia es el objeto servido. Ahora bien, el carácter de servicio que cualifica al ministerio particular en la iglesia, o sea, el conjunto de los servicios hechos a la iglesia (cf. 2º Cor III, 10; Gál II, 9), encuentra en la persona del obispo su principal intérprete y titular.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Pero no por ello los titulares de esta diaconía episcopal dejan de ser miembros del pueblo de Dios, y por tanto mantienen relación de igualdad entre ellos y con los otros miembros de la iglesia; desde otro punto de vista, están subordinados a la iglesia, porque el apóstol debe hacerse "todo para todos" (1º Cor IX, 22).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Sin embargo, en el NT y en el magisterio eclesial no aparece absolutamente claro que el episcopado constituya solo y de por sí la iglesia, ni que él solo comprenda todos los ministerios; efectivamente, las funciones comunes de los ministerios no derivan del episcopado, sino del régimen dispuesto por Cristo para su iglesia; como el episcopado no deriva del papado, así las funciones comunes del pueblo de Dios no derivan del episcopado; ni su afirmación disminuye el ministerio episcopal, sino que más bien constituye su necesario complemento. La cuestión de si el episcopado es necesario para el ser de la iglesia (ad esse), para su plenitud (plenum esse) o solamente para el bienestar (bonum esse), planteada por la teología anglicana, parece en el fondo secundaria en el plano pastoral.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">a) Datos bíblicos.</span> En el catolicismo de los comienzos, o sea, hacia el final del s. 1, como nos atestiguan sobre todo las cartas pastorales y otros escritos de la época, se afirma la existencia de una episkopé dentro del presbiterio (1º Tim IV, 14): frecuentemente son discípulos de los apóstoles que tienen como tarea conservar lo que han recibido (1º Tim I, 12-17; 2º Tim I, 8-13; II, 3-10), vigilar sobre el patrimonio de la fe heredado de los apóstoles (1º Tim VI, 10; 2º Tim I, 12s; Tit I, 1s) y organizar los ministerios eclesiásticos (1º Tim IV, 14; 2º Tim I, 6; II, 1s; III, 1-5). Según Tit I, 5s parece que esta función episcopal corresponde a los ancianos; de todas formas, ni éstos ni los diáconos son llamados episkopoi, ya que el término se usa solamente en singular (Tit I, 7; 1º Tim III, 2). Por tanto, el que el título de obispo se reserve a un determinado miembro del colegio de ancianos señala una etapa importante de un proceso que, después de la caída de Jerusalén y al final del episcopado de Santiago, llevará a la afirmación, sobre todo en Oriente, del episcopado monárquico.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">b) De la iglesia apostólica a la época patrística.</span> Hacia finales del s. I la cristiandad presenta dos tipos de estructura jerárquica: el episcopado monárquico en todo el Oriente (antioqueno), y el colegio de los presbíteros-obispos en el Occidente (romano), que tiende cada vez más a evolucionar hacia la monarquía episcopal. Roma poseyó desde el principio esta sucesión de un obispo único a la cabeza del presbiterio que lo elegía; en Oriente, el obispo cabeza de la iglesia local es postulado casi por la necesidad de combatir las herejías (sobre todo el gnosticismo). La eclesiología occidental se concentró luego en señalar que la función episcopal de Jerusalén, unida durante un tiempo a la de Antioquía, se había transferido a la capital del imperio romano.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El problema común a estas diferentes concepciones de la eclesiología de los ministerios, tanto de Occidente como de Oriente, es siempre el de fundamentar, partiendo de la historia de la revelación y del dogma, el derecho divino (en sentido estricto y primario) de la división del orden ministerial en los tres grados de episcopado-presbiterado-diaconado. Sin embargo, la estructura del ministerio eclesiástico, que coloca en el primer puesto de la jerarquía al obispo respecto a los otros dos, es el resultado de un cierto desarrollo dogmático; así como lo es también la fijación del canon escriturístico y el número septenario de los sacramentos.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El ministerio episcopal, como ministerio de supervisión, podrá cambiar sus connotaciones históricas con los tiempos; por ejemplo, en el s. III, en África solamente se consideraba al obispo sacerdos y presidía solo la eucaristía; pero después del concilio de Nicea, en el s. IV, la situación aparece invertida, porque también a los presbíteros se les llama sacerdotes, representan al obispo en la propia región y celebran la eucaristía, mientras que al obispo se le reserva la función de jefe del presbiterio y la responsabilidad del cuidado pastoral de la región (obispo regional).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">c) De la época patrística a la edad media.</span> Tras la época patrística se da una progresiva sacralización de los ministerios, sobre todo el del obispo, en concomitancia con el debilitarse de la conciencia del sacerdocio común de los fieles: la eclesiología que hace de la iglesia como un reino de los cielos sobre la tierra (época carolingia) pone cada vez más en claro en Occidente que el obispo es el sujeto de una potestas, de la que el obispo de Roma aparece como el emblema y prototipo, ya que posee las llaves supremas de este reino.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>En la preescolástica, la teología de los poderes (cf. Pedro Lombardo, Sent. IV, 24,13) llevará a unir casi exclusivamente el orden a la eucaristía, considerada como sacrificio, reforzando así la tesis de Jerónimo y del Ambrosiáster (pseudo-Ambrosio), que a través de Rábano Mauro y Amalario de Metz llegó hasta Pedro Lombardo: entre episcopado y presbiterado no hay diferencia sacramental en este plano cultual. Efectivamente, el aspecto real del gobierno se asigna no al poder de orden, sino al de jurisdicción. Los otros poderes sobre el cuerpo místico (por ejemplo, predicar, perdonar los pecados, guiar al rebaño) los considera la gran escolástica como secundarios respecto al primario sobre el cuerpo eucarístico de Cristo (cf. santo Tomás, S. Th. III, q. 67, a. 2, ad 1), mientras que la doctrina del carácter (presente ya en Agustín), considerado como delegación desde una visión litúrgica (cf. santo Tomás, ib, q. 63, a. 2), servirá para justificar las llamadas ordenaciones absolutas (o sea, hechas no en función de una comunidad) y la celebración de las misas solitarias.<br /><span style="color:#ffffff;">.</span><br /><span style="color:#3366ff;">d) De la reforma protestante al Vaticano II.</span> La reforma protestante, reivindicando el sacerdocio común de los fieles contrapuesto al ministerio jerárquico, identificado con un cierto estilo de vida y un cierto status en la iglesia, acabó por vaciar lo proprium de la función episcopal, reduciendo la ordenación a la simple capacitación para el ministerio de la palabra y a la función organizativa de la comunidad. El concilio de Trento (DS 1763-78), al tratar de la doctrina del sacramento del orden, reafirma la sacramentalidad de los tres grados ex ordinatione divina (preferida a la expresión ex iure divino de los canonistas medievales); pero no superó la llamada teología de los poderes. Después ésta, en la manualística postridentina, llegó casi a identificar el poder de jurisdicción con la misión pastoral, sobre todo del obispo. Este aparece así como un soberano religioso, que ejerce los tres poderes en grado sumo en el vértice de una jerarquía que se contrapone dualistamente al laicado, cuyo sacerdocio real, cultual y profético queda casi ignorado. Antes del Vat. II, la const. ap. Sacramentum ordinis (30 de noviembre de 1974) tuvo el mérito no sólo de restablecer la esencialidad del orden, expresada en la imposición de manos, sino también de haber dejado adivinar la teoría de la sacramentalidad del episcopado.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><strong><span style="color:#3366ff;">2. LA DOCTRINA CONCILIAR.</span></strong> La nueva eclesiología de servicio (diakonia) y de comunión (koinonia), fundada sobre bases cristológicas que el Vat. II desarrolló, ha vuelto a unir con el Cristo siervo-pastor-sacerdote-maestro la doctrina del episcopado, devolviendo a la ordenación episcopal (LG 21) el valor de un don específico derivado de la fuente pneumatológica (LG, c. II), no ya respecto al momento eucarístico únicamente, sino abierto a la misión: ordenados y consagrados para la misión (LG 22). El esquema ternario de las funciones ya no es, por tanto, visto en sentido separado, sino en relación con toda la misión de la iglesia, en la que la consagración hace entrar al obispo en el "ordo episcoporum" (LG 22), o sea, en un cuerpo dedicado colegialmente a la misión universal. Solamente así se funda la presidencia de la comunidad tanto eucarística como pastoral, que corresponde por derecho y por naturaleza al obispo (es una preeminencia de decisión y de verificación), sin reservarle necesariamente el primado de competencia. Así aparece el obispo en el vértice de la jerarquía ministerial (LG 21), distinta en sus tres grados de intensidad del sacerdocio único: la distinción entre estos grados y el sacerdocio de los fieles viene denominada de esencia (LG 10). La teología posconciliar no ha hecho sino desarrollar la perspectiva del ministerio, sobre todo del obispo, como expresión del sacerdocio de Cristo, que vive e intercede por nosotros en la gloria del Padre.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">a) Los desarrollos de la teología posconciliar.</span> El obispo, en esta perspectiva teológica integrada, se hace signo sacramental de Cristo-cabeza frente a la comunidad, con relativos poderes mesiánicos (cf. sínodo episcopal sobre el sacerdocio de 1971). Pero las acentuaciones de este sacerdocio del Cristo-por-nosotros adquieren matices diversos, que afectan a la teología del episcopado. Hay quien pone en primer plano la ministerialidad de Cristo-siervo. Otros prefieren la figura del pastor (H. von Balthasar) para evitar los peligros de nuevos verticismos, en función de la temática del amor gratuito. También el Cristo-profeta o anunciador de la palabra (K. Rahner) se asume como modelo primario del obispo, para subrayar más una teología de tipo relacional-sacramental frente a la institucional y para acreditar el mensaje autorizado de la palabra de Dios en la iglesia, que luego alcanza su culminación de eficacia en la eucaristía. En el tipo del Cristo-mandado o enviado por el Padre al mundo se quiere acentuar la bipolaridad de llamados-enviados (J. Ratzinger y Comisión Teológica internacional sobre el ministerio sacerdotal, 1970). Se insiste en la imagen del Cristo-sacerdote del nuevo sacrificio y culto, con vistas a reunir en el sacerdocio espiritual del pueblo de Dios tanto el culto existencial cuanto el eucarístico-ritual. Hay quien considera sobre todo a Cristo como fuente de gobierno, que deviene signo eficaz de la unidad de la iglesia y hace la síntesis armoniosa de los carismas (W. Kasper). A esta tesis se asocia quien (O. Semmelroth) ve en el obispo el guía ordenador de la comunidad. Finalmente, no falta la corriente pneumatológica, que ve en el carisma episcopal la representación de la iglesia frente al mundo y del Señor resucitado frente a la comunidad, mediante el gesto epiclético de la imposición de manos en cadena histórica como signo de la conformidad de la fe apostólica y como garantía de la acción del Espíritu Santo en la iglesia (E. Schillebeeckx).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>La discusión sobre la naturaleza del carácter del orden, que en la LG 21 y en el PO 2 tiene un valor más funcional y energético respecto al carácter bautismal y crismal, se integra tendencialmente ahora en la declaración Mysterium ecclesiae (n. 6) de la S. Congregación para la doctrina de la fe (24 de junio de 1973) en sentido más ontológico-constitutivo que funcional.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">b) El carisma permanente del episcopado.</span> En sustancia, el carisma permanente del episcopado como primer grado de la jerarquía eclesial se ve hoy en una tensión dialéctica entre la perspectiva universal de la misión de la iglesia, que por su naturaleza se orienta a la salvación del mundo (GS 40s), y el redescubrimiento de la teología de la iglesia local (J. Zizioulas), a cuyo servicio está el obispo para que se mantenga unida en la división. En la superación de una ontología estática de los tres poderes (la precedente doctrina escolástica) y en el rechazo de un empirismo funcional (tendencia protestante) parece residir la síntesis de las diversas tendencias, en cuanto el carisma de la autoridad, entendida en su sentido original de augere (hacer creer), tiene la misión de promover todos los carismas eclesiales, después de haberlos reconocido, con una pastoral de diaconía global de toda la iglesia.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><strong><span style="color:#3366ff;">II. El obispo en la historia de la liturgia</span></strong><br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El rito de la ordenación en su evolución histórica es un test privilegiado para comprender las diferentes acentuaciones de la concepción litúrgica de los ministerios.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><strong><span style="color:#3366ff;">1. DE LA IGLESIA APOSTÓLICA A LA IGLESIA DE LOS PADRES.</span></strong> Las comunidades de las cartas pastorales del NT tomaron un rito de ordenación de los profetas judeo-cristianos para expresar la responsabilidad de ser fieles al evangelio de Pablo, para afirmar la dependencia del Espíritu y para reclutar, mediante la comunidad, a responsables, sobre todo del ministerio de la palabra y, en consecuencia, de las demás actividades internas de la iglesia.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">a) Primer estadio.</span> Los ritos de la Traditio apostolica para la ordenación del obispo parecen el término de un desarrollo que comienza con las ya citadas cartas pastorales. Se describe el carisma episcopal como la fuente del poder de las llaves. Este desarrollo de la teología de la misión se funda en la convicción de que la responsabilidad del obispo en la iglesia se basa en el don del Espíritu que, comunicado en la ordenación, da poderes e impone deberes para un ministerio permanente. Entre las funciones episcopales se enumeran algunas: alimentar el rebaño, distribuir los dones, desatar las ataduras; mientras, en la Didajé (15,1) no se puede deducir ninguna información exacta sobre su autoridad. En las cartas de Ignacio de Antioquía aparece la figura del obispo en relación directa con el Padre (Trall. 3,1; Magn. 6,1; 13,1-2; Efes. 5,2), y en la Epistola apostolorum, c. 41 (del s. II), se atribuye al obispo la paternidad de la iglesia en los diversos servicios del pueblo de Dios. Una concepción más autoritaria parece haber inspirado a Clemente Romano al comparar al obispo con Moisés (Ad Cor. 43,1-6; 51,1), mientras se reconoce que son hombres eminentes que han sucedido a los apóstoles y que nombran responsables con el consenso de todos en la iglesia (44,2-3). También Ireneo defiende la autoridad del obispo ante la necesidad de luchar contra la herejía de Valentín, que la negaba (Adv. Haer. 1, 13,6) en nombre de una autoridad espiritual de la iglesia (recibida con el carisma de profecía) contrapuesta a la ministerial. En los Actos de Pedro y Simón (apócrifos gnósticos del s. II) se habla del rito de imposición de manos como necesario para la ordenación de los obispos, al igual que se creía lo había sido para los apóstoles mismos por parte de Cristo (c. 10).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>En el s. III, la Tradición apostólica de Hipólito nos describe la ordenación con una elección por parte de la comunidad y con la participación de los obispos más cercanos (c. 2). Es digno de consideración el hecho de que se habla de imposición de una sola mano, quizá para indicar que, más que concentrarse sobre el rito, es necesario considerar la fuente misma del poder, concebido en la plegaria de ordenación como el principio energético del Logos ("espíritu de soberanía"). Solamente el obispo tiene el poder de transmitir el Espíritu Santo al ordenando, porque él mismo lo ha recibido por medio de la ordenación episcopal, que lo establece en la iglesia local para la que está llamado y a la vez le especifica las principales funciones en relación con las actividades internas a la iglesia. Este texto clásico es todavía hoy fundamental para describir la misión del obispo; por eso la reforma posterior al Vat. II lo ha incluido en su Pontifical (RO).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Pero el problema litúrgico afecta al rito de la imposición de manos, derivado del AT (Núm 27,18-23); efectivamente, en la literatura latina del s. ni se le atribuye un sentido aparentemente diverso del de Pablo (1º Tim IV, 14; 2º Tim II, 6): de signo del don de un cierto carisma se pasa al signo de una delegación de la autoridad de la iglesia, análogo a la semikhah (imposición de manos) rabínica. La oscilación de significado del gesto de ordenación entre la naturaleza de mandato jurídico con carácter funcional (Didascalía siriaca y tradición latina) y de cualidad inherente y permanente, que le atribuye la posterior teología latina, no disminuye el valor colegial de la ordenación hecha al menos por tres obispos (conc. de Nicea, 325). La reinterpretación del gesto ritual se refleja en la concepción del papel del obispo, concebido como un carisma especial en la iglesia, del que el obispo es solamente el mediador: un poder que le permite dar a otros un carisma semejante. Después, en los diversos ritos de ordenación, se considerará al obispo como sucesor de los apóstoles, de los profetas y de los patriarcas (Eucologio de Serapión, s. IV); y también "mediator" (en los Sacramentarios romanos); "pastor et rector" de una iglesia local ("ordenado para...": solamente en el s. XlI adquirirá valor patrimonial), hasta llegar a ser una figura sacral, heredera del sumo sacerdocio veterotestamentario (Aarón).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">b) De la época carolingia a los Pontificales.</span> Pese a la introducción por la iglesia siríaca (Constituciones apostólicas IV, 2-V, 12) del rito de la imposición del evangelio sobre la cabeza del elegido, como referencia a su misión profética además de cultual, las modificaciones del ritual de la época carolingia hasta la codificación de los Pontificales romano-francos contribuirán a reforzar la imagen digamos pontifical del obispo. El desplazamiento del rito de ordenación del final de la liturgia de la palabra a después del gradual; la unción de la cabeza (por analogía con las otras funciones sacramentales); la entrega del anillo, primero, y del báculo, después, además de las suntuosas vestiduras sagradas; la añadidura posterior de la unción también de las manos; la entrega de la mitra (reservada antes solamente al papa); la toma de posesión de la cátedra episcopal convertida en trono, son el signo de esta primacía de lo jurisdiccional, que asimila al obispo a un soberano feudal, en un contexto de drama sacro que garantiza su legitimación social. Su autoridad parece derivar no del carisma del Espíritu, sino de la investidura canónica expresada en el mandato papal exigido para la ordenación.<br /><span style="color:#ffffff;">.</span><br /><span style="color:#3366ff;">c) La reforma del Vaticano II.</span> En la reforma del rito de ordenación reaparecen los puntos clave de la doctrina conciliar, sobre todo en la homilía y en las preguntas del obispo presidente (RO, c. VII, 18 y 19): predomina la figura del obispo como pastor del pueblo de Dios más que como guardián de la fe o como modelo irreprensible; prevalece la referencia a la figura de Cristo pastor-maestro-sacerdote (colecta [Misal Romano, Misas rituales: para las órdenes sagradas] y oración de consagración de Hipólito [RO, c. VII, 26]), considerado en la unión con los apóstoles y los obispos; se han recortado los ritos de la unción de la cabeza y de las entregas con fórmulas menos triunfalistas (RO, c. VII, 28-32). Sin embargo, se puede observar que el tema de la colegialidad no ha encontrado todavía una adecuada expresión ritual, así como tampoco una caracterización de las funciones prerrogativas del obispo a tenor de la tradición (predicación litúrgica, presidencia de la eucaristía, reconciliación de los penitentes, dirección de la iniciación cristiana).<br /><span style="color:#ffffff;">.</span></div><br /><div align="justify"><strong><span style="color:#3366ff;">III. El actual ministerio episcopal en la liturgia<br /></span></strong><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Las notas características de la tradición nos han revelado tres funciones esenciales del ministerio episcopal: el carácter colegial del episcopado ("ordo episcoporum"); la sucesión apostólica (jerarquía de orden); la función pastoral en la iglesia (centro constitutivo de la iglesia local y corresponsable, con el obispo de Roma, de la iglesia universal). Pero la actual reforma litúrgica ha hecho aparecer otras funciones complementarias.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><strong><span style="color:#3366ff;">1. MODERADOR DE TODA LA VIDA LITÚRGICA.</span></strong> El obispo, como gran sacerdote de su grey (SC 41), viene descrito como el moderador de toda la vida litúrgica de su iglesia (SC 22). La LG 26 traza sus componentes esenciales con referencias a algunos sectores de la vida eclesial.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">a) Presidente de la asamblea litúrgica.</span> Toda legítima celebración eucarística está presidida por el obispo, al que se le ha confiado el encargo de prestar y regular el culto a la divina majestad; de aquí se sigue que el obispo tiene la responsabilidad primaria de la participación activa, consciente y plena de su pueblo en la liturgia (SC 14), organizando, mediante una eficiente comisión litúrgica (SC 45) [-> Organismos litúrgicos] todas las iniciativas de catequesis y de -> formación tanto del clero como de los laicos. Para ser también el modelo de esa presidencia celebrante, el obispo deberá hacer de la misa episcopal un tipo ejemplar de participación promocional, más allá de la simple fidelidad ejecutiva de los ritos y del decoro formal del ambiente. La SC 41 recuerda la gran importancia de esa vida litúrgica de la diócesis en torno al obispo, sobre todo en la iglesia catedral; de la predicación de estas celebraciones debería brotar también la orientación para una / pastoral litúrgica de cada uno de los tiempos del año y de las fiestas.<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">b) Regulación y distribución de los sacramentos, sobre todo de los de la / iniciación cristiana.</span> En un contexto de -> secularización, la función moderadora en el campo sacramental deberá dar la primacía a la función evangelizadora (RO, c. VII, 18.29); por eso el grave problema de la predicación no puede quedar a la iniciativa individual sin una programación de itinerarios catecumenales o cuasi-catecumenales, que se indican también en el RICA. Según este ritual (RICA 44), corresponde efectivamente al obispo asumir la responsabilidad de este proceso de educación en la fe, sobre todo cuando hoy se aplica no sólo a adultos bautizados de niños, pero sin instrucción catequética (RICA, c. IV, 295-305), sino también a muchachos en la edad del catecismo no bautizados (RICA, c. V, 306-313). Además, los obispos no son sólo ministros originarios de la confirmación y únicos del orden sagrado, sino que tienen una responsabilidad en el sacramento de la penitencia, sobre todo procurando que la imagen de este sacramento adquiera una configuración menos individualista (cf. SC 27).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;">c) Promoción de la oración eclesial.</span> Al obispo compete promover la oración litúrgica de las Horas en todas las categorías de fieles, pero también presidirla en la catedral (OGLH 20), además de regular los ejercicios sagrados de su iglesia particular, que de este modo gozan de particular dignidad (SC 13). Para hacerlo no solamente debe ser maestro de oración, sino también modelo; no sólo en sentido ejecutivo, sino también creativo en la necesaria adaptación recomendada por el concilio (SC 40).<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="color:#3366ff;"><strong>2. EL CARISMÁTICO DE LA SÍNTESIS.</strong></span> Con este título se hace referencia a la primacía de la función carismática del obispo, que nace no tanto de su investidura canónica o jurídica de unos poderes, sino de la epíclesis de la ordenación que ha invocado sobre él al Espíritu de soberanía que forma jefes y pastores. Esta unión, que caracteriza la acción de los apóstoles en la iglesia naciente (He XV, 28: "el Espíritu Santo y nosotros hemos decidido"), debe poderse expresar en una continua búsqueda, en prudente discernimiento, en una valiente promoción de todos los carismas que el Espíritu suscita en su iglesia: en este sentido, el obispo debe saber hacer la síntesis de los carismas, además de poseer el carisma de la síntesis. Esta síntesis carismática no es absorción, sino capacidad de reducir a lo esencial del evangelio tanto en la predicación como en el gobierno; es la fuerza del Espíritu para hacer resonar el kerygma de la fe en Cristo resucitado en todo su poder (Rom I, 16); en la dedicación continua a ejercer una paternidad en el consejo presbiteral, "no como dominadores que hacen pesar su autoridad sobre la porción de los fieles que les ha correspondido en suerte, sino sirviendo de ejemplo al rebaño" (1º Pe V, 3). El retrato más hermoso del obispo y de su acción pastoral parece ser el que traza Pablo en 2º Cor III, 2-3: hacer de su comunidad una carta escrita en el corazón de sus fieles, "no con tinta, sino con el Espíritu de Dios viviente".<br /><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><em>E. Lodi<br /></em><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><span style="font-size:85%;"><span style="color:#3366ff;">BIBLIOGRAFÍA:</span> Alessio L., La imagen del obispo en la liturgia del aniversario de la consagración episcopal, en "Liturgia" 23 (1968) 255-314; Aroztegui F., Mención del obispo en las plegarias eucarísticas, en "Phase" 78 (1973) 505-509; Augé M., El servicio episcopal en las misas del Papa Vigilio (s. VI) .v en el Vat. II (s. XX), ib, 28 (1965) 239-243; Basset W., La competencia del obispo local en el sacramento del matrimonio, en "Concilium" 87 (1973) 47-62; Hurley D., La oración del obispo en su iglesia, en "Concilium" 52 (1970) 209-212; Jungmann J.A., El obispo y los "sacra exercitia'; ib, 2 (1965) 51-59; McManus F.R., El poder jurídico del obispo en la constitución sobre la sagrada liturgia, ib, 32-50; Oñatibia 1., Renovación litúrgica e Iglesia catedral, en "Phase" 31 (166) 46-56; Pascher J., El obispo y el presbiterio, en "Concilium" 2 (1965) 25-31; Rahner K., Sobre el episcopado, en Escritos de Teología 6, Taurus, Madrid 1969, 359-412; Sklba R.J., Obispo, plegaria y espiritualidad, en "Phase" 142 (1984) 375-384; Vagaggini C., El obispo y la liturgia, en "Concilium" 2 (1965) 7-24; Van Cauwelaert J., La oración del obispo en su comunidad, ib, 52 (1970) 213-218; Weakland R.G., El obispo y la música para el culto, en "Phase" 142 (1984) 362-373; VV.AA., Teología del episcopado (XXII Semana Española de Teología), Madrid 1963; VV.AA., Episcopado, en SM 2, Herder, Barcelona 1976, 607-639. Véase también la bibliografía de Insignias, Ministerio y Orden</span>.</div><br /><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-38969638322709821282011-04-02T16:31:00.000-07:002011-04-02T16:39:45.550-07:00LA SOMBRA ALARGADA DE LA EXTREMA DERECHA<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por </span><em>José María Castillo</em></span> <span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><br /><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNKaMxTtOiZn3Tqc9_1thfX03gsQOa5AUAwwwmldXSj-J7X6jXKnHi8BjlzrJSN8Meb2grntN4keqsRqjgtnXJsJ2H1b2pCchP3n4dY0oTlXqRqtN3nT0-j-sxrzcQmNg-qO3RwruSl4E/s1600/gran_errores.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5591133188507137698" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 342px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNKaMxTtOiZn3Tqc9_1thfX03gsQOa5AUAwwwmldXSj-J7X6jXKnHi8BjlzrJSN8Meb2grntN4keqsRqjgtnXJsJ2H1b2pCchP3n4dY0oTlXqRqtN3nT0-j-sxrzcQmNg-qO3RwruSl4E/s400/gran_errores.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> . </span><br /><div align="justify">Resulta indignante la pertinaz presencia (en Estados Unidos, en España, en no pocos países de América Latina…) de la extrema derecha. Entre otras razones, por el daño que la extrema derecha le está haciendo a la derecha y, por supuesto, a la democracia. Desde luego, sabemos que no se pueden identificar los grupos españoles de extrema derecha con los neocons americanos.</div><br /><div align="justify">Pero, sean cuales sean los matices que caracterizan a cada uno de estos movimientos, hay cosas muy serias en las que casi todos ellos coinciden. Y de eso quiero hablar.</div><br /><div align="justify">No pretendo hacer la historia del conservadurismo más integrista. Ni aquí se trata de analizar las razones de fondo que lo alimentan. Lo que yo quiero apuntar –nada más que apuntar– es una lista de hechos que se dan donde hay gente de marcada orientación “<em>neoconservadora</em>”.</div><br /><div align="justify">Resulta elocuente recordar algunas de las “<em>causas</em>” que defienden. Y también las que atacan. Se les llame “<em>extrema derecha</em>” o se diga de ellos que son “<em>neocons</em>”, en cualquier caso:</div><br /><div align="justify">- No toleran que los homosexuales gocen de los mismos derechos que los hetero…</div><br /><div align="justify">- Su lucha en favor de la vida se centra sobre todo en la lucha contra el aborto.</div><br /><div align="justify">- Recelan de los inmigrantes o actúan abiertamente contra ellos.</div><br /><div align="justify">- Están en contra de la eutanasia, lo que puede provocar situaciones de extremo dolor en el caso de algunos enfermos terminales.</div><br /><div align="justify">- Aceptan a regañadientes el divorcio.</div><br /><div align="justify">- No toleran la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.</div><br /><div align="justify">- No aceptan el uso de anticonceptivos, por ejemplo el uso del preservativo, aunque sepan que eso puede causar el aumento de enfermos de SIDA.</div><br /><div align="justify">- Se muestran a favor de la guerra contra los árabes (guerras de Irak, Afganistán, …).</div><br /><div align="justify">- Pretenden que los presuntos “<em>derechos de Dios</em>” estén por encima de los “<em>derechos de los hombres</em>” .</div><br /><div align="justify">- Les importa más el buen nombre de los curas que la dignidad de las víctimas de los curas.</div><br /><div align="justify">- Buscan su apoyo en la Iglesia más tradicional, su moral, sus tradiciones…</div><br /><div align="justify">- Se empeñan en defender causas perdidas, por ejemplo, el evolucionismo, el creacionismo, …</div><br /><div align="justify">La lista se podría alargar mucho más. Y, desde luego, estoy de acuerdo en que no todos defienden la lista entera que acabo de apuntar. Pero hay una cosa que difícilmente se puede discutir: no sé dónde está el motor último de la mentalidad de la derecha extrema. Ni sé en qué consiste la fuerza de ese motor. Lo que sí ve todo el mundo es que se trata de una fuerza que, en nombre de Dios y de la Patria, defiende los intereses de unos pocos a costa de los derechos de la gran mayoría, sobre todos los derechos de mucha pobre gente que sufre más de lo que humanamente se puede soportar.</div><br /><div align="justify">Esto supuesto, en este blog de teología, debo afirmar que seguramente quienes defienden los planteamientos más duros de la derecha más dura no se dan cuenta del daño que le hacen a la Iglesia, a la Religión, a la Fe y a la causa de Dios.</div><br /><div align="justify">Y lo peor del caso es que dentro de la misma Iglesia, y hasta en sus más altas jerarquías, hay personas que se identifican con estas posturas. Lo cual quiere decir, en última instancia, que en la Iglesia hay gentes que creen en un Dios que nadie sabe de dónde se lo han sacado. En el Evangelio no está ese Dios. Ni es el Dios-Padre del que nos habló Jesús.</div><br /><div align="justify">Quizás sea el “<em>dios</em>” de San Constantino, el emperador del s. IV, que se veneraba como santo y tenía su fiesta el 21 de mayo. Se sabe que este emperador, justamento al año siguiente de presidir el concilio de Nicea, asesinó a su mujer y a su hijo. Pero nada de eso impidió que, entonces como ahora, el poder tuviera más fuerza que la bondad, el respeto y el amor.</div><br /><div align="justify"><span style="color:#ffffff;"></span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-17523933095200519462011-03-23T07:34:00.000-07:002011-03-23T07:40:09.907-07:00NO CREO EN TU DIOS (Carta abierta al Párroco que no queremos)<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>Raul A. Perez Verzini</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Ingeniero)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsUmWqGpLgtOZP70mzpUpxoVlaxLAvopPt_oTTjxsJHuyZzrPAjExg6Nryjw8eCJjx-pxsoWFNvhu6QCWHNo3iDxmgCieuq5ymfyks-YOao3QZpFo5yBCpp08bI_3LSy-wJfoZO5Jdmq0/s1600/11.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5587284112829471266" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 343px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsUmWqGpLgtOZP70mzpUpxoVlaxLAvopPt_oTTjxsJHuyZzrPAjExg6Nryjw8eCJjx-pxsoWFNvhu6QCWHNo3iDxmgCieuq5ymfyks-YOao3QZpFo5yBCpp08bI_3LSy-wJfoZO5Jdmq0/s400/11.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Estimado, no te pongo nombre para que no creas que el problema es con vos. De hecho, los que te han tratado dicen que sos una persona agradable y no juzgo tus intenciones.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El totalitarismo eclesial vernáculo, cínicamente acostumbrado a tomar decisiones sin consultar a los involucrados, te eligió como párroco de La Cripta. Y vos, quizá siguiendo la antievangélica obediencia debida, aceptaste. Te equivocaste.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Ya te lo hemos dicho y te lo seguiremos diciendo: No te queremos como párroco. No te recibiremos como párroco. Esta nunca será tu casa.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Nuestra decisión no es caprichosa. No se trata de rebeldes sin causa. Se trata, como diría Pedro Casaldáliga, verdadero pastor, de una rebeldía que busca la fidelidad a nuestra propia conciencia. Son más de 45 años de una línea pastoral fuertemente anclada en las intuiciones del Vaticano II y la reflexión teológica posterior. Son miles de personas que a lo largo de todos estos años se identificaron con la manera de ser y hacer que nos caracteriza. Y no estamos dispuestos a dejar que se destruya. Estamos preparándonos para dar batalla.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>No pienses que tenemos algo contra vos. El problema es que no creemos en tu Dios.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>No se trata de matices pastorales. No se trata de conservadurismo y monotonía a la hora de celebrar la eucaristía. Ni siquiera se trata de falta de conocimientos bíblicos y teológicos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El problema es que no creemos en tu Dios.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Tu Dios impone uniformidad. El nuestro, celebra la diversidad.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Tu Dios impone castigos. El nuestro nos mira con misericordia.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Tu Dios es misógino. El nuestro es Padre, pero sobre todo Madre.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Tu Dios en monárquico y autoritario. El nuestro, fraterno y participativo.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Tu Dios se identifica con el totalitarismo vaticano. El nuestro, se expresa en la Biblia y en los signos de los tiempos, y sabe que el sábado fue hecho para el ser humano y no al revés.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Tu Dios elude el diálogo. El nuestro nos exige reflexionar críticamente.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Tu Dios nos trata como idiotas. El nuestro como adultos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Nuestra parroquia tiene una fuerte tradición iniciada por Quito y continuada por Víctor, donde se ha respetado a los laicos. Donde se ha respetado la libertad de pensamiento y donde sobre todo, se nos ha tratado como adultos. Aquí, como reza la oración del consejo pastoral, somos los laicos los responsables de animar la marcha de la comunidad cristiana.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>A los adultos no se les impone una manera de ser. A los adultos no se les impone un pastor. Los adultos eligen a quien merece ser llamado pastor.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Vos venís desde otro lugar. A vos te enseñaron que el laico está para obedecer. A vos te enseñaron que las investigaciones teológicas, antropológicas y exegéticas son para la universidad, no para compartirlas con los laicos, demasiado “ignorantes” la mayoría.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />A vos te enseñaron que son más importantes las posturas de la jerarquía que lo que diga la Biblia y el pensamiento moderno. Por eso te toca defender lo indefendible. Por eso no podés sumarte a nuestras expresiones que apoyan a los divorciados, a los movimientos de GLBT, al sacerdocio femenino, al aborto legal, al fin del celibato, a la autonomía del estado y a la democratización de la iglesia entre otras.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Quizá por eso tus homilías hablan de que Jesús clavado en la cruz podría haber hecho caer un rayo del cielo para vengarse de sus enemigos… La verdad que cuando lo escuche no sabía si reír o llorar… Qué clase de teología te educa? Qué imagen de Dios tenes? Podes afirmar en conciencia que ese es el Dios de Jesús? No, el problema no lo tenemos con vos. El problema es que no creemos en tu Dios. Tu manera de entender el Evangelio y de vivir el cristianismo son incompatibles con nuestra manera de entenderlo y de vivirlo, por eso no sos apto para ser párroco de La Cripta. Ni serás bienvenido a nuestra comunidad.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />No se trata de santidad. Probablemente vos seas más santo que nosotros. No se trata de quién está en la verdad y quien en el error. Nos sabemos en búsqueda permanente y dispuestos a cambiar nuestras opiniones cuando se nos demuestra el error.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />No pretendemos cambiarte. No pretendemos que abandones tus creencias y tus modos de ser. Simplemente te decimos que nosotros tampoco queremos abandonar aquello que creemos y podemos fundamentar como correcto.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>No queremos, como pediste, darte una oportunidad. Te haríamos perder tiempo y nos harías perder tiempo a nosotros. Estamos trabajando duro para contrarrestar el descreimiento y el abandono masivo de jóvenes y adultos que la Iglesia jerárquica, con Ratzinger a la cabeza, ha provocado en la gente. Y por eso exigimos como párroco una persona que respete nuestra caminata y venga a iluminarla con más libertad y más novedad y no a destruir lo hecho hasta ahora.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Nos hemos tomado en serio las palabras de Jürgen Moltmann, unos de los teólogos más importantes del siglo XX: “Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Gracias por entendernos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-10679418001928542352011-03-21T15:00:00.000-07:002011-03-21T15:24:37.073-07:00LA RELIGION COMO IDOLATRIA<div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXmta66jjp3l9jxXmj-V_hCbez3YaAWRm5lP76ZwHJ-4Plrm5IpnHLzz7y4auVOTtnFZuXK6vo8NFCCPJCLrxW5rQ137z8EKpfO3EVnXhpfmAaVuWN1MmtuVFWstYgBTPbg9oww20C1Mg/s1600/juan_pablo_ii.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5586661596642261138" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 271px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXmta66jjp3l9jxXmj-V_hCbez3YaAWRm5lP76ZwHJ-4Plrm5IpnHLzz7y4auVOTtnFZuXK6vo8NFCCPJCLrxW5rQ137z8EKpfO3EVnXhpfmAaVuWN1MmtuVFWstYgBTPbg9oww20C1Mg/s400/juan_pablo_ii.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Hay una idolatría solapada y que puede pasar desapercibida por lo que es una de las más peligrosas. Cuando la religión se convierte en un ídolo es muy difícil descubrirlo y en la mayoría de los casos nos hace ver lo bueno como malo y lo malo como bueno. Nos produce una distorsión de la mente y del corazón. Se consagra un supuesto orden natural como sagrado, y unas definiciones de la divinidad como intocables. He ahí que habiendo creado Dios el hombre a su imagen y semejanza, vemos ahora a Dios creado a imagen y semejanza de Dios. Es la religión como ideología, y a Dios al servicio de esa ideología. No debe extrañarnos entonces que en nombre de la religión se hayan convertido auténticos crímenes contra la dignidad de las personas y se sigan cometiendo…</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Jesús fue rechazado y condenado por las personas más religiosas de su tiempo (¿a qué nos suena esto hoy?). Y fue rechazado y condenado precisamente porque la gente más religiosa de entonces consideró que era un blasfemo y un impostor, es decir, el enemigo más radical de la religión.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>¿Por qué sucede esto? Cuando el hombre convierte a Dios en un objeto y lo encierra en unas fórmulas dogmáticas, puede domesticar a Dios. Y Dios una vez domesticado queda al servicio de la ideología. Y ya tenemos una religión convertida en ídolo. Hecho esto, el hombre se autoengaña pensando que se relaciona con Dios; bien puede suceder que, en realidad, con lo que se relaciona es con las objetivaciones de Dios que el mismo hombre construye. Y así el hombre queda apresado ilusoriamente en sus mediaciones.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>A partir de aquí la religión convertida en ídolo, impide al hombre escuchar la voz de Dios, y así somete a Dios a sí mismo. De aquí a la deificación de algunos hombres como representantes de Dios y dueños absolutos de su voluntad sólo hay un paso. Así pasó en el cristianismo primitivo; Jesús anunció que era necesario que él se fuera, y que mandaría el Espíritu para dirigir su comunidad. Pero algunos en la primitiva Iglesia pensaron era necesario “sustituir” a Jesús haciéndose sus vicarios; y la cabeza invisible de la Iglesia, necesitó un cabeza visible que representara a Aquel que seguía presente en su Espíritu.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Esta idolatría como dije al principio es muy peligrosa; este hombre religioso puede llegar a matar por defender a su dios y a su religión. Tiende en nombre de Dios a condenar a los que no piensan como él, y se cree dueño absoluto de la verdad, una verdad inmóvil, absoluta, y que depende del o de los representantes humanos de Dios.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Estos hombres terminan siendo víctimas de su propia Dios, creación de sus mentes, y terminan viviendo enfrentados con todos los que viven a su alrededor. Son personas débiles, incapaces de enfrentarse a su propia libertad, a tomar decisiones que comprometan su vida. Por eso delegan su libertad en unos personajes a los que creen imbuidos de poderes divinos y de la posesión de la verdad. Los frutos de la religión como idolatría crean muchas víctimas, personas pesimistas, que suelen sentirse siempre perseguidas, y suelen tener delirios de grandezas pensando que ellos son los elegidos para defender la verdad. Por no alargarme más en el siguiente artículo veremos los remedios de todo esto… así que continuará…<br /><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-42618267345227363402011-03-14T04:20:00.000-07:002011-03-14T04:59:43.725-07:00LA HUMANIDAD DE JESUS Y LA HUMANIDAD DE DIOS<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por </span><em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEje2_5_7hrpOH4fa37zILNVeV4Vwg12yQOFN6naAterRR66ZXVc48rifvmum26Sz31u3BMKI2Zh7VVqVZre4kee1uZ-3h_63P8Y9Cg-F3vYNJmz6izhNrQ4dUWqK6AXd0YsOJVGldgY_70/s1600/06.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5583894164535199490" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 398px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEje2_5_7hrpOH4fa37zILNVeV4Vwg12yQOFN6naAterRR66ZXVc48rifvmum26Sz31u3BMKI2Zh7VVqVZre4kee1uZ-3h_63P8Y9Cg-F3vYNJmz6izhNrQ4dUWqK6AXd0YsOJVGldgY_70/s400/06.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .</span><br /><div align="justify">Hablar de la humanidad de Jesús no es sólo referirse a su sensibilidad o benignidad. Ni, por supuesto, se trata únicamente de afirmar su naturaleza humana. Desde el punto de vista de la teología cristiana, <span style="color:#ff0000;">lo más importante, que hay que decir sobre la humanidad de Jesús, es que en ella encontramos el único medio, que tenemos los seres humanos, para conocer a Dios</span>. De tal forma que es precisamente en la condición humana de Jesús donde podemos conocer quién es Dios y cómo es Dios. Más aún, es en la entrañable humanidad de Jesús donde comprendemos la profunda y desconcertante humanidad de Dios.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Para entender lo que acabo de decir, lo primero es tener claro lo que significa la trascendencia de Dios. Por definición, Dios es el Trascendente, es decir, trasciende todo cuanto pertenece a la capacidad humana. O sea, Dios está más allá del límite último de nuestra posibilidad de conocer, es decir, está fuera del campo inmanente de la nuestra capacidad de conocimiento. Por eso lo propio de Dios es la trascendencia, mientras que lo propio del ser humano es la inmanencia. Entre estos dos ámbitos (de lo existente) hay una diferencia radical, de forma que "<em>lo trascendente</em>" es "<em>lo absolutamente otro</em>" en relación a "<em>lo inmanente</em>". Esta distinción y esta diferencia es indispensable para que resulte posible pensar en Dios y pensar a Dios. En esto radica lo que se ha llamado el "<em>código binario</em>", a partir del cual es posible la religión (<span style="font-size:85%;">N. Luhmann</span>). Desde este punto de vista, podemos afirmar que Dios es "<em>el absolutamente Otro</em>". Hasta el extremo de que, de no ser así, Dios no sería Dios, sino que sería un "<em>objeto</em>" más entre los muchos objetos que elabora la mente humana desde su "<em>inmanencia</em>".</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Dicho esto, se comprende el auto-engaño que representa nuestra forma más absolutamente pervertida de pensar a Dios. Es "<em>esa concepción según la cual Dios sería una realidad, un ser; otro en relación con las realidades del mundo y con su totalidad. Otro, sobre todo, en relación con el sujeto humano</em>" (<span style="font-size:85%;">J. Martín Velasco</span>). De donde se concluye que Dios es otro ser, otra persona, un tú, con el que yo puedo hablar y con el que me puedo relacionar, al que le pido lo que necesito o al que ofendo, como puedo ofender a otro ser humano cualquiera.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Por otra parte, sobre este "<em>otro</em>", sobre este "<em>tú</em>", que nos imaginamos que es Dios, hemos proyectado todo aquello que nosotros apetecemos y de lo que carecemos: poder, saber, tener, duración, bondad, felicidad... Y así, nos ha salido un Dios que lo puede todo, lo sabe todo, lo tiene todo, y es la bondad infinita y la felicidad sin límites. Pero, al hacer eso, no nos hemos dado cuenta de que ese "<em>otro</em>", ese "<em>tú</em>", ese "<em>objeto</em>" es, ante todo, imposible. Quiero decir: es un Dios contradictorio. Porque, tal como es este mundo, que (según decimos) ha brotado de la voluntad y de la decisión de Dios, no puede haber sido creado o pensado por un ser que es, al mismo tiempo, infinitamente poderoso e infinitamente bueno. Porque ambas cosas son incompatibles con el mal, el asombroso y aterrador problema del mal, que padecemos en este mundo.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Pero hay más. Porque ese Dios, que "<em>opera y se hace presente como un ente particular junto a otros</em>" (<span style="font-size:85%;">K. Rahner</span>), además de contradictorio, es también un Dios inevitablemente conflictivo. Y la razón es clara: si ese Dios es un "<em>otro</em>", que acumula todas las perfecciones que nosotros podemos imaginar, entonces resulta que Dios es infinitamente justo y es juez de nuestra conducta. Ahora bien, tal como es (de facto) la condición humana, los mortales hacemos mucho daño, causamos indecibles males, cometemos demasiadas injusticias. Pues bien, así las cosas, si Dios es el infinitamente justo y el juez que hace justicia, ese Dios entra inevitablemente en conflicto con los seres humanos. Por eso Dios es, para mucha gente, una fuente incesante de miedos, temores confusos, sentimientos de culpa, amenazas y experiencias indescifrables.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Así las cosas, hay que preguntarse: ¿no estaremos radicalmente equivocados en nuestra forma de pensar a Dios y de hablar de Dios? La respuesta más obvia, que a cualquiera se le ocurre - si es que pensamos a fondo en este asunto -, es que desde la inmanencia, todo lo que pensamos es y será siempre inmanente, puesto que los humanos no tenemos acceso a la trascendencia. Por tanto, desde nuestra inmanencia, no podemos conocer a Dios. Porque, desde el momento en que el Trascendente entra en el campo de nuestra inmanencia, desde ese mismo momento el "<em>absolutamente Otro</em>" degenera en "<em>cosa</em>" y deviene a un "<em>objeto</em>" más de todos los objetos que puede elaborar nuestra mente. Se produce así lo que se ha denominado el proceso de "<em>conversión diabólica</em>" (<span style="font-size:85%;">P. Ricoeur</span>), en virtud del cual el "<em>totalmente Otro</em>" se pervierte y queda reducido a un "<em>otro</em>", todo lo perfecto que nosotros queramos, pero, a fin de cuentas, "<em>otro más</em>". Martín Velasco ha insistido en esto: "<em>la trascendencia de Dios bien entendida, su ser totalmente otro, comporta que, por ser totalmente otro, Dios sea</em> "no otro" <em>en relación con todas las otras realidades</em>". Dicho de forma más sencilla, ese "<em>Otro</em>" al que llamamos Dios, ese "<em>Tú</em>" en el que pensamos que encontramos a Dios, en realidad no es "<em>Dios en sí</em>", sino la "<em>representación</em>" de Dios que nosotros nos hacemos. Una representación distinta según las distintas religiones que nos lo han representado.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">¿Tiene solución y salida el Dios contradictorio y conflictivo al que, no obstante la enorme carga de contradicción y de conflictividad que lleva en sí mismo, nos hemos acostumbrado, lo soportamos y hasta decimos que lo necesitamos y lo amamos? Yo no le veo a este Dios ni solución ni salida por el camino que nos marca la razón, el discurso humano. Porque, si echamos por ese camino, no salimos de la contradicción y de la conflictividad que entraña en sí mismo el Dios que ha podido elaborar la inmanencia. Entonces, ¿qué hacer?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Dado que el camino de la razón no da más de sí, buscamos la salida por el camino de la Fe. Un camino que se justifica desde el momento en que comprendemos lo que es. Quiero decir: los seres humanos no nos comunicamos, no nos expresamos, sólo mediante razones. Además de eso, y sobre todo, los humanos nos relacionamos y nos expresamos mediante experiencias. Pues bien, seguramente la experiencia más honda y más total de la vida es la Fe, que entraña entrega, confianza, fidelidad... Esto supuesto, según la fe cristiana, a Dios, a quien nadie ha visto jamás (<span style="font-size:85%;">Jn I, 18</span>), lo hemos visto, lo hemos oído, lo hemos palpado, en Jesús de Nazaret, que es la Palabra de Dios hecha humanidad (<span style="font-size:85%;">Jn I, 14</span>), hecha debilidad humana (<span style="font-size:85%;">Jn I, 18; XIV, 8-11; 1º Jn I, 1</span>). Jesús (el Hijo) es el único que sabe quién es Dios (el Padre); y Jesús es quien nos da a conocer a Dios (<span style="font-size:85%;">Mt XI, 27; Lc X, 22</span>).</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">La consecuencia, que se deduce de lo dicho, es que Jesús de Nazaret es la encarnación de Dios (<span style="font-size:85%;">Jn I, 14</span>), es la <em>kenosis</em> (vaciamiento) de Dios (<span style="font-size:85%;">Fil II, 7</span>), es (en la cruz) la muerte de Dios, tal como se lo ha "<em>representado</em>" el "<em>cristianismo infantilizado</em>" (<span style="font-size:85%;">Kierkegaard</span>). Y así, precisamente así, Jesús de Nazaret es la humanización de Dios. He aquí la más profunda y la más original aportación que el cristianismo ha hecho a la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Esto quiere decir que a Dios lo conocemos en Jesús. Por tanto, <span style="color:#ff0000;">no es Dios el que nos revela quién es Jesús, sino que es Jesús el que nos da a conocer quién y cómo es Dios</span>. O sea, es viendo a Jesús, cómo vemos a Dios. Y conociendo las costumbres, las preferencias, el estilo de vida de Jesús, así es cómo conocemos a Dios y nos enteramos de lo que Dios quiere y lo que a Dios le agrada. Pero no se trata sólo de esto. Hay en todo esto algo que es lo más decisivo. Se trata de caer en la cuenta de que <span style="color:#ff0000;">a Dios lo conocemos y lo encontramos en la humanidad de Jesús</span>. Decir que Dios se nos da a conocer en la divinidad de Jesús sería una tautología, tan absurda como afirmar que "<em>lo divino</em>" se nos revela en "<em>lo divino</em>". Por lo tanto, cuando hablamos de la humanidad de Jesús y elogiamos la entrañable humanidad de Jesús, lo más importante que hay en todo eso no es sólo la ejemplaridad de Jesús. Lo decisivo es que, en la humanidad de Jesús se nos da a conocer Dios mismo y, además de eso, también en esa humanidad descubrimos el proyecto de Dios. Porque, en última instancia, <span style="color:#ff0000;">lo que Jesús nos enseña es que el proyecto de Dios y lo que Dios quiere de nosotros, no es que nos divinicemos</span> (y menos aún que nos "<em>endiosemos</em>"), <span style="color:#ff0000;">sino que nos humanicemos</span>. <span style="color:#ff0000;"><strong>El proyecto cristiano es hacernos cada día más sencillamente humanos</strong></span>. Por tanto, el proyecto de Dios no es hacernos "<em>religiosos</em>", ni "<em>sagrados</em>", ni "<em>consagrados</em>". En la medida en que todo eso nos eleva sobre la simple condición humana, en esa misma medida nos separa, nos divide, es origen de categorías y distinciones, dignidades, poderes y privilegios que enfrentan a unos con otros. Todo eso nos deshumaniza. Y Jesús no lo quiere, lo detesta.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Por esto, sin duda, Jesús se enfrentó con la religión y sus dirigentes, con el templo y sus sacerdotes. La "<em>humanidad</em>" es algo tan decisivo para Jesús, que, por defenderla, le costó la vida. En eso vio Jesús que se jugaba el ser o no ser de su mensaje. Y esto -lo digo con todo respeto y sinceridad- es lo que nunca comprendió Pablo de Tarso. Pablo no conoció al Jesús terreno, ni le interesó su humanidad. Sólo conoció al Resucitado (<span style="font-size:85%;">Gal I, 11-16; 1º Cor IX, 1; XV, 8; 2º Cor IV, 6</span>). Y llega a decir que el Cristo "<em>según la carne</em>" (en su humanidad) no le interesa (<span style="font-size:85%;">2º Cor V, 16</span>). Por eso Pablo no se interesa por el Dios que se nos revela en Jesús. El siguió creyendo en el Dios de Abrahán (<span style="font-size:85%;">Gal III, 16-21; Rom IV, 2-20</span>) (<span style="font-size:85%;">U. Schnelle</span>).</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Pero todo esto necesita todavía una explicación que es determinante. Lo humano "<em>químicamente puro</em>" no existe, ya que "<em>lo humano</em>" está siempre fundido con "<em>lo inhumano</em>". Porque es inherente a la condición humana, no sólo la limitación, sino además la inclinación al mal. Humano es amar. Y humano es odiar. Humana es la generosidad y humano es el egoísmo, etcétera, etcétera. Esto supuesto, se comprende que el proyecto cristiano es un proyecto de humanización, en el sentido de ir liberándonos progresivamente de la deshumanización que todos llevamos fundida en nuestra vida, para poder hacernos así cada día más profundamente y más plenamente humanos. <span style="color:#ff0000;">Llegar a ser plenamente humanos no está a nuestro alcance. Por eso necesitamos de Dios. </span>Y ése es el significado que tiene el recurso a Dios. Para que, mediante la fuerza de su Espíritu, podamos acercarnos al ideal de nuestra plena humanidad.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Por último, ¿en qué consiste el proyecto de nuestra humanización? Lo humano se contrapone a lo divino. Lo divino se asocia al poder, a la gloria y a la grandeza sin límites. Por el contrario, lo humano se relaciona con la debilidad, la limitación incluso la fragilidad. De hecho, lo mínimamente humano, lo común a todos los humanos, se reduce a la "<em>carnalidad</em>" y la "<em>alteridad</em>": todos los humanos somos de carne y hueso (carnalidad); y todos los humanos nos necesitamos los unos a los otros (alteridad). Pues bien, siendo así la condición humana, se comprende que la tentación satánica fundamental sea la apetencia de "<em>ser como Dios</em>" (<span style="font-size:85%;">Gen III, 5</span>). Es decir, ser más que los otros y estar sobre los demás. De ahí, la violencia en todas sus formas. <span style="color:#ff0000;">Por eso, según los evangelios, Jesús nos marca el camino de nuestra humanización porque el proyecto de vida que nos trazó fue no querer estar nunca sobre los demás, sino estar siempre con los demás, especialmente con los últimos, con los que están más abajo, hasta acabar, él mismo, como el último.</span> Una vida entendida así, se traduce en unión, solidaridad y felicidad compartida.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-67470487291978729572011-03-05T03:55:00.000-08:002011-03-05T04:16:51.708-08:00EL PUEBLO Y SUS DIRIGENTES<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg08zQLH9pNyBxR2w1RR2mjmwLFjKpjjZNnYa2YPvekJMCSt5rRiJ2hDJ1Y3BFroobzUHSAlsljj-Yh98_2Rw5SoMbKItnXg5HGHFMRaareoSvlGnx4fSqMtL5LCBAN6emxOsYHamn8XUg/s1600/003.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5580565807110019650" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 276px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg08zQLH9pNyBxR2w1RR2mjmwLFjKpjjZNnYa2YPvekJMCSt5rRiJ2hDJ1Y3BFroobzUHSAlsljj-Yh98_2Rw5SoMbKItnXg5HGHFMRaareoSvlGnx4fSqMtL5LCBAN6emxOsYHamn8XUg/s400/003.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">El Papa Benedicto XVI, en el segundo volumen que acaba de publicar sobre Jesucristo, afirma y argumenta con claridad y decisión que los responsables de la muerte de Jesús no fueron los judíos o el pueblo de Israel, sino los sumos sacerdotes, es decir, los dirigentes de la religión y supremos mandatarios del templo. Es éste un asunto sobre el que se ha escrito mucho y que ha sido ampliamente analizado por los mejores estudiosos, tanto del judaísmo como del cristianismo. Un asunto, además, sobre el que existe un amplio y generalizado consenso. Benedicto XVI ha demostrado así, una vez más, sus profundos conocimientos teológicos y su excelente documentación bíblica.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">No pretendo aquí repetir lo que cualquiera puede encontrar en el libro del Papa (de próxima aparición) o en otros estudios más específicos que se han publicado, en los últimos años, sobre este importante argumento teológico. Sólo quiero fijarme en dos cuestiones que me parecen de especial actualidad: 1) el antisemitismo; 2) la violencia de las religiones.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">En cuanto al <em>antisemitismo</em>, yo confieso que recuerdo, con dolor y escándalo, cómo durante muchos años, en las solemnes oraciones que se hacían en la liturgia del Viernes Santo, al recordar la pasión y muerte del Señor, el obispo o sacerdote, que presidía la ceremonia, pedía a todos los fieles orar "<em>por los pérfidos judíos</em>". Era una demostración deforme y patética del desprecio que, seguramente sin pretenderlo, la liturgia católica fomentaba en un momento tan sagrado y solemne como es la ceremonia de los <em>Oficios del Viernes Santo</em>. La cosa venía de lejos. Desde el año 70, cuando las legiones romanas entraron en Jerusalén y arrasaron la ciudad y el templo, no dejando piedra sobre piedra. Desde entonces, el pueblo de Israel, como el "<em>judío errante</em>", se ha visto obligado a vivir disperso, sin patria y sin hogar. Y teniendo que soportar la intolerancia y el desprecio de gobernantes que con frecuencia eran tan "<em>cristianos</em>" como faltos de escrúpulos y sobrados de no sé qué falsa ortodoxia. Hoy nos resulta incomprensible hasta dónde llegaron las cosas en España con la triste y famosa manía persecutoria contra quienes no podían demostrar su "<em>pureza de sangre</em>". Basta leer las <em>Cartas de España</em>, de Blanco White, para hacerse una idea la irracional intolerancia que se vivía en la España del s. XVIII contra quienes no podían probar que no estaban contaminados por la sangre impura del pueblo deicida. Es de vergüenza.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Pero lo más grave no es esto. Lo peor de todo es la violencia que entraña la identificación con un "<em>Dios</em>" al que se acepta como "<em>el único verdadero</em>". Lo que entraña inevitablemente que todos los demás son "<em>falsos</em>". Tienen razón Ulrich Beck cuando dice que <span style="color:#ff0000;">"<em>el universalismo humanitario de las personas creyentes descansa en la identificación con Dios y en la satanización de quienes se oponen a él</em></span><span style="color:#ff0000;">"</span>. Que son los "<em>siervos de Satán</em>", según se ha dicho desde san Pablo a Lutero. Las tensiones religiosas, las persecuciones motivadas por las creencias religiosas, las descalificaciones, humillaciones, desprecios, insultos... todo eso, que nace de corazones "<em>muy religiosos</em>", es la demostración más patente de que la religión puede ser una bendición o un peligro. Y es cosa que está a la vista de todos. Sin ir más lejos, ¿no tiene uno la impresión de que palpa o roza estas violencias leyendo algunos comentarios que se deslizan en este blog y en tantos otros que plantean problemas relacionados con la fe religiosa? Posiblemente, a todos nos hace falta, mucha falta, ir desplazando nuestras creencias de la fe cuya meta es la verdad incuestionable a la fe cuya meta es la humanidad entrañable.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-50567154531331380062011-02-14T14:17:00.000-08:002011-02-14T14:38:54.575-08:00LA "PELIGROSA" SEGURIDAD DE LA FE RELIGIOSA<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1Bji7gjb4vTZPC-ABoRKFYJI08H0snL7zpXKmFmMghWUV956UeTROKokhXbcnPpnRkcWGDcrtGQnnSOzXVyoU6AFTNr4XXq-aMUGc2R7LBKl5_34fKEejimjSka9PESoJo-_OLyd0HG0/s1600/llum%252520de%252520la%252520fe.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5573672899201916082" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 357px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1Bji7gjb4vTZPC-ABoRKFYJI08H0snL7zpXKmFmMghWUV956UeTROKokhXbcnPpnRkcWGDcrtGQnnSOzXVyoU6AFTNr4XXq-aMUGc2R7LBKl5_34fKEejimjSka9PESoJo-_OLyd0HG0/s400/llum%252520de%252520la%252520fe.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Ante todo, pido disculpas por mi silencio en el blog en los últimos días. La apremiante urgencia de un trabajo, que tenía que entregar para un congreso, no me ha dejado tiempo para colaborar como es mi deseo. Además, no estoy seguro de que podré escribir un nuevo post la semana próxima, que viajaré a Mexico DF. Esté donde esté, intentaré seguir los comentarios, en la medida de lo posible.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Como es lógico, no puedo responder a las numerosas cuestiones que han planteado los visitantes de los últimos días. Por supuesto, agradezco las aportaciones de todos. Porque de todos aprendo. Y todos, aunque no estemos de acuerdo unos con otros, nos hacemos bien y nos ayudamos mutuamente. Ver así las cosas -pienso yo- es una de las actitudes más enriquecedoras que hay en la vida. Enriquecedoras, para nuestra humanidad y nuestra espiritualidad.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Digo esto porque cada día veo más claro la enorme importancia que tiene la tesis, que tan vigorosamente defendió el Concilio Vaticano I (año 1870), sobre la "<em>libertad de la fe</em>", contra las teorías de Georg Hermes. El Concilio afirma que, <span style="color:#ff0000;">mediante el acto de fe, "<em>el hombre presta obediencia libre a Dios, ya que asiente y colabora con su gracia, a la que podría resistir</em>"</span> (DH 3010). La fe cristiana es, por tanto, un acto libre. De forma que, de no serlo, dejaría de ser un acto religioso. La fe no puede ser nunca el resultado de una evidencia que se nos impone, sino que es una convicción que se acepta y se asume libremente. Además, si todo esto se piensa detenidamente, pronto se da uno cuenta de que la fe en Dios no puede ser de otra manera, ni puede tener otra estructura. Porque, si hablamos de Dios, estamos hablando, desde nuestra "<em>inmanencia</em>", de algo que se sitúa en el ámbito de la "<em>trascendencia</em>". Pero la "<em>trascendencia</em>", por definición, es aquello que nos trasciende, es decir, que está más allá del límite último al que nosotros (desde nuestra inmanencia) podemos llegar con nuestro conocimiento. Por tanto, nosotros no podemos conocer a Dios en sí. Sólo podemos conocer de Dios las "<em>representaciones</em>" que de él nos hacen las religiones. Desde la "<em>inmanencia</em>", todo lo que sabemos, pensamos o decimos es necesariamente e inevitablemente "<em>inmanente</em>". También la Biblia y todos los libros sagrados pertenecen al ámbito de la "<em>inmanencia</em>". Resignémonos a que es así. Y siempre tiene que ser así. <span style="color:#ff0000;">Dejemos</span>, pues, <span style="color:#ff0000;">a Dios ser Dios</span>. <span style="color:#ff0000;">Y no hagamos de él un "<em>objeto</em>" mental que nos da seguridad o que nos libra de no sé qué sentimientos de miedo o de culpa</span>.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Hay gente que habla de Dios como si hubiera estado desayunando con él esta mañana. No, por favor. Aceptemos que Dios es Dios, o sea que no es un "<em>otro</em>" al que nosotros le hemos puesto todas las cualidades que nosotros apetecemos (poder, saber, bondad...). No. Eso no es Dios.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Por lo demás, <span style="color:#ff0000;">no es lo mismo certeza que seguridad</span>. Yo tengo certeza en mis convicciones más firmes. Pero, sobre esas convicciones, no puedo tener la certeza que me da una ecuación matemática pura. Yo estoy convencido de que mi madre me quiso mucho. Pero sobre esa convicción no tengo la seguridad que tengo cuando digo que dos y dos son cuatro.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Es lamentable que muchas personas, por ignorancia de los principios más básicos de la hermenéutica, se aferren a una seguridad que les hace daño a ellos. Y desde la que pueden hacer daño a otros. Todo acceso a la realidad es, por eso mismo, una interpretación de la realidad. Y mucho más cuando hablamos de una realidad que nos trasciende. Nunca insistiremos bastante en la relación inevitable que existe entre "<em>conocimiento</em>" e "<em>interés</em>", como ya explicó con enorme profundidad J. Habermas, hace más de cuarenta años. Los "<em>intereses rectores de conocimiento</em>" funcionan en todos nosotros sin que nosotros seamos conscientes de ello. <span style="color:#ff0000;">El que piensa que él ve la realidad "<em>tal cual es</em>" y que, por tanto, las cosas son "<em>como él las ve</em>", lo que en realidad está pensando es que todo el que no ve las cosas como él las ve, está equivocado.</span> Una persona que piensa así y se aferra a semejante seguridad, aunque no se dé cuanta de lo que le pasa, es una persona que se ve superior a los demás. Y que, por tanto, piensa que los demás tienen que aprender de él, en tanto que él está llamado a enseñar. Y no tiene por qué modificar sus criterios, sus puntos de vista, sus propias seguridades. De una postura así, al fundamentalismo o incluso al fanatismo, hay sólo un paso. Por esto exactamente, creo yo, son tan peligrosas ciertas posturas religiosas.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Para terminar, sólo quiero pedir a cuantos lean este post que nadie piense que yo me siento seguro en todo lo que pienso, en lo que creo, en lo que vivo o en lo que decido. Tengo mis convicciones firmes y fuertes. Y conste que una de esas convicciones es que constantemente debo luchar para saber armonizar, en mí, mis propias convicciones y mis propias certezas con las convicciones y las certezas de los demás. Sólo así -creo yo- se puede ser verdaderamente humano y siempre buena persona, por encima de todo lo demás.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-76874459907058482492011-02-13T06:58:00.000-08:002011-02-13T07:03:09.078-08:00¡POR FAVOR! QUE NOS HABLEN DE DIOS!<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNPqeZZIYUbI5liTU-gW0Jt6iGmjh4y7pqmb3hVF9cG18V7Tkh6vXmi5fORSPXt3Sekqypk6Nkx1CmnX_7ifVcSoTgK1wqR6rbJ4YLnghkySaIU2STBtCWcWKCFh7kww92IbGVv7VmURQ/s1600/predicandoCantalamessa.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5573188835592021138" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 357px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNPqeZZIYUbI5liTU-gW0Jt6iGmjh4y7pqmb3hVF9cG18V7Tkh6vXmi5fORSPXt3Sekqypk6Nkx1CmnX_7ifVcSoTgK1wqR6rbJ4YLnghkySaIU2STBtCWcWKCFh7kww92IbGVv7VmURQ/s400/predicandoCantalamessa.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .</span><br /><div align="justify">Me llama la atención, y me preocupa, que en la Iglesia se nos hable tan poco de Dios. Obispos, curas, cristianos de derechas y de izquierdas, casi todos andamos enzarzados en discusiones sobre muchas cosas. Asuntos relacionados con lo que opinan los políticos, los periodistas, los científicos, los hombres de negocios, los economistas, los progresistas y los conservadores. Nos preocupa todo eso. Y por eso hablamos tanto de esas cosas. Señal de que todo eso es lo que nos apasiona. ¿Y de Dios? ¿No tenemos nada que decir?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Seguramente, y sin darnos cuenta de lo que ocurre, la pura verdad es que de Dios hablamos. Pero lo hacemos de forma que damos de él una imagen lamentable. Con nuestras divisiones, conflictos y enfrentamientos, con nuestros insultos y mututas agresiones, con las cosas extravagantes que decimos y hacemos, con todo eso, lo que pasa es que muchos ciudadanos terminan pensando y diciendo que hablar con "<em>gente religiosa</em>" es hablar con "<em>gente rara</em>", gente que vive en "<em>su mundo</em>". Porque no tenemos los pies en la tierra, sino que, con frecuencia, damos la impreisón de andar por las nubes. Así, lo que conseguimos, es dar una imagen de Dios que resulta lamentable, desagradable, sospechosa, quizá insoportable.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Y entonces pasa lo que estamos viendo: es ya demasiada la gente que "<em>puentea</em>" a la Iglesia, pasa por encima de ella, precinde de obispos, curas y teologías, y prefiere entenderse directamente, y como puede, con Dios.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">¿Por qué no hablamos más de Dios? ¿Es que no sabemos hablar de eso? ¿Es que nos da miedo? ¿Es que no tenemos nada que decir sobre esa cuestión fundamental? Jesús habló constantemente del Padre porque hablaba constantemente con el Padre. <span style="color:#ff0000;">Nuesto silencio sobre Dios es la denuncia más fuerte de nuestra falta de experiencia de Dios.</span> Si lo que de verdad nos apasiona en la vida es la política, el dinero, los cargos, ascensos y dignidades, ¿cómo vamos a poder hablar de Dios?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span> </div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-34657250420047501202011-02-13T06:38:00.000-08:002011-02-13T06:50:56.644-08:00EL FANATISMO: PELIGRO DE ALTA TENSIÓN<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWLve64vm25c94FWT7YywIITzfno0IyLQthSAzziqnj4sFZOJmuawe7hg9tYv2xpmGJo5wirZsSm6v7_Nxh7_CMLH3dqcDPDD4EvbnjBQt3Jd_pItyQyn35htwvtisamB3UG8_yjBK6vA/s1600/monjas_2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5573184359435627010" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 264px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWLve64vm25c94FWT7YywIITzfno0IyLQthSAzziqnj4sFZOJmuawe7hg9tYv2xpmGJo5wirZsSm6v7_Nxh7_CMLH3dqcDPDD4EvbnjBQt3Jd_pItyQyn35htwvtisamB3UG8_yjBK6vA/s400/monjas_2.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Por desgracia, es frecuente encontrar en la vida gente fanática. Hay fanáticos en el mundo del pensamiento, del deporte, de la política... Y por supuesto, también en la religión. Sobre todo, cuando política y religión se refuerzan mutuamente. En ese caso, el fanatismo desemboca inevitablemente en las formas más aberrantes de violencia. Pero, ¡antención!, no nos engañemos hablando de este asunto con ligereza. Uno de los estudiosos, que ha analizado con más seriedad el fenómeno del fanatismo, ha sido <em>Amos Oz</em>, reconocido intelectual comprometido con el proceso de paz en Oriente Medio. Pues bien, este escritor israelí, galardonado por sus trabajos sobre este espinoso problema, ha dicho acertadamente que "<em>el fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el judaísmo. Más viejo que cualquier Estado, gobierno o sistema político. Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo. Desgraciadamente, el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera</em>".</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Fanatismo viene del término latino <em><span style="color:#ff0000;">fanum</span></em>, que significa <em><span style="color:#ff0000;">sagrado</span></em>, era (en la religión romana) un lugar sagrado. De ahí que <em><span style="color:#ff0000;">profano</span></em> es lo que está fuera del espacio sagrado. Por lo tanto, se puede afirmar que <span style="color:#ff0000;">f<em>anatismo</em> es la postura y la convicción de quien hace de sus ideas algo literalmente <em>sagrado</em></span>, por más que él no se dé cuenta de lo que hace. Y, como es lógico, el que hace de sus ideas o de sus preferencias una "<em>realidad sagrada</em>", por eso mismo convierte sus ideas y sus gustos en <span style="color:#ff0000;">algo intocable, incuestionable, indiscutible</span>. Lo cual ya es molesto y suele ser origen de conflictos y situaciones conflictivas en las que hablar con calma y sosiego, dialogar en paz y con buena voluntad, todo eso resulta sencillamente imposible.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Pero en el fanatismo hay algo peor y mucho más peligroso. El citado Amos Oz se ha dado cuenta de lo más destructivo que entraña el fanatimso y lo ha formulado así: <span style="color:#ff0000;">"<em>Creo que la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar</em></span><span style="color:#ff0000;">"</span>. Aquí está el verdadero problema. Porque quien va por la vida pretendiendo obligar a los demás a que cambien de ideas, de convicciones, de preferencias, de conducta..., quien hace eso en la vida es inavitablemente una persona que va faltando al respeto, agrediendo a todo el que no piensa o vive como él, despreciando a mucha gente y, si es necesario, un individuo puede terminar siendo un auténtico terrorista. Un terrorista que a lo mejor no pone bombras, ni mata a nadie. Pero bien sabemos que hay terroristas del espíritu, que se sienten con derecho a insultar, ofender, humillar, despreciar, denunciar, amargarle la vida a otras personas. Y, además, hacen todo eso tan tranquilos. Más aún, con la conciencia de que es eso lo que tienen que hacer.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Desgraciadamente, los terroristas del espíritu abundan en las religiones. Cosa temible. Porque pueden llegar a ser las peorres personas del mundo con la mejor conciencia del mundo. No sé si este tipo de gentes tienen solución. Lo dudo mucho. Sea lo que sea de este asunto, lo que es seguro es que los terroristas del espíritu son los que más daño le hacen a la causa de Dios. He ahí por qué he dicho que el fanatismo es un peligro de alta tensión.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-18343851732533369402011-02-07T02:27:00.000-08:002011-02-07T02:38:39.588-08:00LA ESCANDALOSA TOLERANCIA DE JESUS<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAamhGk0tq8PJRTYwc-34XjfjRbdjTZ5bcJApoJ6sUinj_BlLn5F7Hb_x_kBxFwrxvvatdviCuRwJKAllZXh1ByR6Fh7UhB4843GroTVITU0pvblb5KlZ1Y2E5mvZ3WIadtyYcXO7aAO8/s1600/jesus-y-la-mujer-adultera.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5570892570080694786" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAamhGk0tq8PJRTYwc-34XjfjRbdjTZ5bcJApoJ6sUinj_BlLn5F7Hb_x_kBxFwrxvvatdviCuRwJKAllZXh1ByR6Fh7UhB4843GroTVITU0pvblb5KlZ1Y2E5mvZ3WIadtyYcXO7aAO8/s400/jesus-y-la-mujer-adultera.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Si nos atenemos a lo que cuentan los Evangelios, nos llevamos la sorpresa de que Jesús fue escandalosamente tolerante con personas y grupos con los que ningún hombre, reconocido como observante y ejemplar desde el punto de vista religioso, podía ser tolerante. Al tiempo que se mostró extremadamente crítico con aquellos que se veían a sí mismos como los más fieles y los más exactos en su religiosidad. Jesús fue tolerante con los publicanos y pecadores, con las mujeres y con los samaritanos, con los extranjeros, con los endemoniados, con las muchedumbres del gentío (<em>óchlos</em>), una palabra dura que designaba a la "<em>plebe que no conocía la Ley y estaba maldita</em>", a juicio de los sumos sacerdotes y de los fariseos observantes (<span style="font-size:85%;">Jn VII, 49; cf. VII, 45</span>). Y es curioso, pero esa gente es la que aparece constantemente acompañando a Jesús, escuchándole, buscándole.... Los relatos de los evangelios son elocuentes en este punto concreto y repiten muchas veces que el "<em>gentío</em>", la "<em>muchedumbre</em>"... era la que buscaba a Jesús, la que le oía, la que estaba cerca de él. Y aquella mezcla de Jesús con el "<em>gentío</em>" llegó a ser tan agobiante, que hasta la familia de Jesús llegó a pensar que había perdido la cabeza (<span style="font-size:85%;">Mc III, 21</span>). Jesús compartía mesa y mantel con gente pecadora, lo que daba pie a murmuraciones por causa de semejante conducta (<span style="font-size:85%;">Lc XV, 1 s</span>). Jesús siempre defendió a las mujeres, por más que fueran mujeres poco ejemplares. Hasta llegar a decir que los publicanos y las prostitutas entraban antes que los sumos sacerdotes en el Reino de Dios (<span style="font-size:85%;">Mt XXI, 31</span>). Jesús defendió a una famosa prostituta en casa de un conocido fariseo (<span style="font-size:85%;">Lc VII, 36-50</span>). Como defendió el derroche de perfume que hizo María en la cena de homenaje que le hicieron a Jesús (<span style="font-size:85%;">Jn XII, 1-8</span>). Y sabemos que, cuando iba de pueblo en pueblo por Galilea, le acompañaban, no sólo los discípulos y apóstoles, sino también bastantes mujeres, entre ellas la Magdalena, de la que había expulsado siete demonios (<span style="font-size:85%;">Lc VIII, 1-3</span>). Jesús siempre se puso de parte de los cismáticos y despreciados samaritanos, hasta poner como ejemplo de humanidad a uno de ellos, frente a la dureza de corazón del sacerdote (<span style="font-size:85%;">Lc X, 30-35</span>).</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Con lo dicho hay suficiente para hacerse una idea de lo "<em>escandalosa</em>" que tuvo que resultar la tolerancia de Jesús. Ser tolerante con los que viven y piensan como cada cual vive y piensa, eso no es sino sentido común. El problema está en saber con qué tenemos que ser tolerantes. Y qué cosas no se deben tolerar. Por supuesto, aquí tocamos un tema extremadamente difícil de precisar y delimitar con exactitud. Por eso entiendo que haya personas que entran en el blog y expresan sus desacuerdos con lo que yo escribo. Los entiendo perfectamente. Y me parece que es bueno que todo el que entre en este blog se sienta con libertad para decir lo que piensa, con tal que eso se haga con argumentos y razones, nunca agrediendo o humillando al que no se ajusta a mis puntos de vista. Pero con eso, nada más, no tocamos el fondo del problema.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Yo creo que todo depende de aquello que para cada cual es "<em>intocable</em>". Dado que estamos en un blog de Teología, la cuestión que, a mi modo de ver, habría que afrontar es la siguiente: desde el punto de vista del Evangelio, "<em>lo intocable</em>" ¿es "<em>lo religioso</em>" o es "<em>lo humano</em>"? Pienso que es capital , para un creyente en Jesucristo, tener bien planteada y bien resuelta esta pregunta. De sobra sabemos que, por salvaguardar los derechos de la Religión, a veces, no se respetan los derechos humanos. Por defender un dogma, se ha quemado al hereje. Como por asegurar un criterio moral, se ha metido en la cárcel al homosexual o se apedrea a una adúltera. Es sintomático que los enfrentamientos, que, según los Evangelios, tuvo y mantuvo Jesús, fueron con gente muy religiosa, al tiempo que se llevó bien con los grupos humanos que la Religión despreciaba o perseguía. Es evidente que, para Jesús, su relación con el Padre del Cielo era lo central. Pero lo que pasa es que Jesús entendía al Padre del Cielo de forma que ese Padre no hacía diferencias. Y por eso es el Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos; y manda la lluvia sobre justos y pecadores (<span style="font-size:85%;">Mt V, 45</span>). Porque es humano necesitar el sol y necesitar la lluvia. Cosas que, por lo visto y a juicio de Jesús, son más intocables que la "<em>bondad</em>" de unos o la "<em>maldad</em>" de otros.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">¿Que todo esto entraña sus peligros? Sin duda alguna. Pero a mí, por lo menos, me parece que es mucho más peligroso dividirnos y enfrentarnos por motivos religiosos, de forma que tales motivos justifiquen las mil intolerancias que hacen la vida tan desagradable y hasta puede ser que la lleguen a hacer sencillamente insoportable. Eso nos hace daño a todos. Y además daña -y mucho- a la Religión. ¿Por qué, si no, la Religión se ha hecho tan odiosa para no pocas personas, muchas de las cuales sabemos que son gente honrada a carta cabal? Las Religiones tendrán que pensarse este asunto. Y tendrán que hacerlo de prisa y con toda honestidad, si es que quieren que la historia no las arrolle y las deje tiradas en las cunetas de los muchos caminos de este mundo.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-1959153997688949502011-02-06T04:05:00.001-08:002011-02-06T04:13:40.598-08:00Un tercio de los teólogos de habla alemana exige el fin del celibato, el sacerdocio de la mujer, se muestra favor de la inclusión de parejas del mismo<div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">La crisis ya es insostenible… y como sigan ciegos y sordos a lo que ya es un clamor en las bases católicas, la jerarquía va camino del abismo… Si hasta el portavoz de la Conferencia Episcopal Alemana, ante el horror de la Caverna, reconoce lo positivo del manifiesto. Pero el Papa alemán mirando hacia otro lado…</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ7WuAxge-96FlMQfVOUExBAYhGewkskl8sNTlUNXm4jJohS5jEOYuQGHwsKRjxY8Au52l95qLLjpvrBIqvc22sBN8-RwJCYZbeweTwjbYmfI2r56p0fKIb1EW4-TaZv-x6zwpGATOqtA/s1600/arton1151.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5570546716082452594" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 223px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ7WuAxge-96FlMQfVOUExBAYhGewkskl8sNTlUNXm4jJohS5jEOYuQGHwsKRjxY8Au52l95qLLjpvrBIqvc22sBN8-RwJCYZbeweTwjbYmfI2r56p0fKIb1EW4-TaZv-x6zwpGATOqtA/s400/arton1151.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .</span><br /><div align="justify">Revolución en la patria de Ratzinger. Un tercio de los teólogos católicos de habla alemana residentes en Alemania, Suiza y Austria (144 profesores de Teología católica), han suscrito un manifiesto en el <span style="color:#ff0000;">que exigen profundas reformas de la Iglesia Católica, que incluyen, entre otras, el fin del celibato, el sacerdocio femenino y la participación popular en la elección de obispos</span>.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Los firmantes suponen mas de un tercio de los 400 teólogos del área de habla alemana, según revela hoy el rotativo <em>Süddeutsche Zeitung</em>, en el que se afirma que su cifra sería mayor si muchos no hubiesen negado su rúbrica por miedo a represalias.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span><br />La iniciativa supone además el mas importante alzamiento contra la cúpula de la Iglesia Católica desde hace 22 años, cuando 220 teólogos suscribieron en 1989 la llamada <em>Declaración de Colonia</em>, crítica con el gobierno de la iglesia ejercido por Juan Pablo II.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>La profesora de Teología de Münster Judith Könemann, una de las ocho personas redactoras del manifiesto, reconoce que se hubiesen conformado con 50 firmas, pero subraya que el amplio eco demuestra que han “<em>tocado un nervio</em>”, en declaraciones el citado rotativo.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Entre los firmantes destacan prestigiosos profesores eméritos como Peter Hünermann y Dietmar Mieth, viejos luchadores por las reformas como Heinrich Missalla y Friedhelm Hengsbach, progresistas como Otto Hermann Pesch o Hille Haker, pero también conservadores como Eberhard Schockenhoff.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Redactado con los escándalos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica como trasfondo, el texto es prudente y alaba también el llamamiento de los obispos a un diálogo abierto.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Tras explicar que se ven “<em>en la responsabilidad de hacer una aportación a un nuevo comienzo real</em>”, la tesis central del memorando subraya que la Iglesia Católica solo “<em>puede anunciar al liberador y amante Dios Jesucristo</em>”, cuando ella misma “<em>es un lugar y un testigo creíble del mensaje de liberación del Evangelio</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Debe reconocer y fomentar “<em>la libertad del hombre como criatura de Dios</em>”, respetar la conciencia libre, defender el derecho y la justicia y criticar las manifestaciones que “<em>desprecian la dignidad humana</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Sus exigencias, que prudentemente califican de “<em>retos</em>”, incluyen “<em>mayores estructuras sinodales en todos los niveles de la iglesia</em>” y la participación de los fieles en la elección de sus obispos y párrocos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El manifiesto subraya que <span style="color:#ff0000;">la Iglesia Católica necesita “<em>también sacerdotes casados y mujeres en el oficio eclesiástico</em></span><span style="color:#ff0000;">”</span>, señala que la falta de sacerdotes fuerza la existencia de parroquias cada vez mayores y lamenta que los sacerdotes sean “<em>quemados</em>” ante estas circunstancias.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span><br />Igualmente destaca que <span style="color:#ff0000;">“<em>la defensa legal y la cultura del derecho</em>” en la Iglesia deben “<em>mejorar urgentemente</em>” y comenta que la elevada valoración del matrimonio y el celibato suponen “<em>excluir a personas que viven el amor, la fidelidad y la preocupación mutua</em>”</span> en una relación estable de pareja del mismo sexo o como divorciados casados en segundas nupcias.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El manifiesto critica además el “<em>rigorismo</em>” de la Iglesia Católica y subraya que no se puede predicar la reconciliación con Dios sin crear las condiciones para una reconciliación con aquellos “<em>ante los que es culpable: por violencia, por negar el derecho, por convertir el mensaje bíblico de libertad en una moral rigurosa sin misericordia</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>“<em>A la tormenta del pasado año</em> (en referencia a los escándalos de pederastia) <em>no puede seguir tranquilidad alguna</em>”, afirma el texto, que considera que “<em>en las circunstancias actuales solo puede ser la tranquilidad de la sepultura</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span><br />Y tras exigir diálogo y comentar que el miedo no es buen consejero, recuerda que los cristianos han sido “<em>llamados por el Evangelio a mirar con valor hacia el futuro y como el llamamiento de Jesús a Pedro para caminar sobre las aguas</em>: ‘¿<em>por que tenéis miedo</em>? ¿<em>es vuestra fe tan pequeña</em>?’”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-64597085672640082182011-02-04T05:09:00.000-08:002011-02-04T05:28:40.529-08:00LA TOLERANCIA, AHORA MAS NECESARIA QUE NUNCA<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaPyljB5CssZoMVp9rcG8QZFj5uWOIq_egiQuejHCUPI8baJmIus4TPKFBHm5yJfRt9vB7ZV2mKzKVli2hiO8eggpd15_L30NfGF2FA-K_w4KV4na4OAtF-reKz_nL0OMyUXfa_W-CqMo/s1600/noticia_11192_normal.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5569823543468270242" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 301px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaPyljB5CssZoMVp9rcG8QZFj5uWOIq_egiQuejHCUPI8baJmIus4TPKFBHm5yJfRt9vB7ZV2mKzKVli2hiO8eggpd15_L30NfGF2FA-K_w4KV4na4OAtF-reKz_nL0OMyUXfa_W-CqMo/s400/noticia_11192_normal.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .</span><br /><div align="justify">No pretendo cortar con mis modestos y sencillos recuerdos de la historia del cristianismo, de la Iglesia y de su teología. Eso es ahora quizá más necesario que nunca. Y precisamente por eso, porque es tan necesario y tiene tanta actualidad, por eso me parece conveniente decir hoy algo sobre la tolerancia. Porque tengo la fundada impresión de que, cuando se sacan a la luz determinados recuerdos del pasado, sucede exactamente lo mismo que cuando se agitan los bajos fondos estancados bajo una superficie aparentemente limpia: el agua estancada huele mal. Y hay muchas personas que no soportan olores demasiado fétidos. La reacción, entonces, es la intolerancia, echando mano, si es preciso, de un clavo ardiendo.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">A mí me parece que tenía razón A. Sajarov cuando dijo que <span style="color:#ff0000;">"<em>la intolerancia es la angustia de no tener razón</em></span><span style="color:#ff0000;">"</span>. El eminente físico ruso, que fue Sajarov, experimentó en sus propias carnes lo que representa en la vida la intolerancia de quienes carecían de razones para prohibirle acudir a Oslo a recoger el Nobel de la Paz. Por otra parte, la certera formulación de Sajarov sobre la intolerancia se palpa cada día con más fuerza. Porque cada día hay más gente que vive la angustia de no tener razón para oponerse a cosas que no está dispuesta a tolerar. ¡Amigos internautas!, "<em>estamos tocando el fondo</em>".</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Viendo las cosas con los ojos de la fe, uno se acuerda enseguida del texto más sencillo y más profundo que se ha escrito sobre la tolerancia. Me refiero a la parábola de la cizaña (<span style="font-size:85%;">Mt XIII, 24-30</span>). Comentando esta parábola, escribió Erasmo, en su <em>Paráfrasis de san Mateo</em>, esta reflexión tan profundamente humana: "<em>Los siervos que quieren segar la cizaña, antes del tiempo para eso, son aquellos que piensan que los falsos apóstoles y los heresiarcas deben ser eliminados por la espada y los suplicios. Pero el dueño del campo no quiere que se les destruya sino que se les tolere, pues quizá se enmienden y, de la cizaña que eran, se tornen trigo. Si no se enmiendan déjese a su juez el cuidado de castigarlos un día.... Mientras tanto, hay que tolerar a los malos mezclados con los buenos, puesto que habría más daño en suprimirlos que en soportarlos</em>".</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Erasmo tenía -y sigue teniendo-, en este asunto, toda la razón del mundo. Por dos motivos, sobre todo: 1) Porque, si es que somos creyentes o, al menos, nos queda algo de sentido común, lo más serio que podemos hacer es "<em>dejar a Dios ser Dios</em>", es decir, el juicio le corresponde a Dios. Y nadie tiene derecho a usurparlo y apropiárselo. Dejemos, pues, que sea Dios quien dicte sentencia sobre quién es trigo y quién es cizaña. 2) ¿Es malo que convivan el trigo y la cizaña? Peor es ir por la vida con la pretensión de que soy yo el que veo las cosas como son y tengo siempre la razón. ¿Por qué es eso lo peor? Porque lo más determinante en la vida no son las "<em>verdades</em>", sino las "<em>convicciones</em>". Las mil guerras y batallas de la verdad contra el error han ensangrentado demasiadas páginas de la historia. Y ¿para qué? Para causar espantosos sufrimientos y no arreglar nada. Sin embargo, ¿quiénes son los que más han influido en la vida de los pueblos y han cambiado -para bien o para mal- el destino de los pueblos? Los que han sido marcados con la fuerza de las más profundas convicciones.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">El que está convencido de una cosa, la hace. Y si no la hace, es que no está convencido de tal cosa.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">He dicho (y repito) que ahora necesitamos más que nunca la tolerancia. Porque el trigo y la cizaña están ahora más mezclados de lo que imaginamos. Y más que se van a mezclar. Por eso, sin duda alguna, la vieja "<em>rabies theológica</em>" (de la que tanto se habló en los ambientes eclesiásticos medievales) está ahora más floreciente que nunca. Por eso, a quienes insultan y ofenden, a quienes ridiculizan y atacan asestando el golpe donde más duele, yo les pregunto: ¿es que no tienen más argumentos que el insulto y la ofensa? ¿no tienen otras razones de las que echar mano? Los que así proceden, sólo hacen ostentación de una sola cosa: de la enorme angustia que segrega en ellos la intolerancia.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-52159895582100409462011-01-31T04:18:00.000-08:002011-01-31T04:35:52.072-08:00EL SACRAMENTO DEL "ORDEN" ¿ENTRAÑA UNA CONTRADICCION?<div align="center"><span style="color:#3333ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3333ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3LiKi-fl9vLGI0VTrcKGPP8RTOPJeQ7nm83zpxqGMIZGvTEKdPBPRPRPIzLuyjUy2F1RW9uTjuAjzFZiv4-b7R07cWEhN2leN1_ROuSXl0JUY-p7M_EgPmYxLl_59DCcavSbYjLBg6hs/s1600/sacerdote.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5568323580405340690" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3LiKi-fl9vLGI0VTrcKGPP8RTOPJeQ7nm83zpxqGMIZGvTEKdPBPRPRPIzLuyjUy2F1RW9uTjuAjzFZiv4-b7R07cWEhN2leN1_ROuSXl0JUY-p7M_EgPmYxLl_59DCcavSbYjLBg6hs/s400/sacerdote.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Expliqué en el post anterior que todos los autores del Nuevo Testamento evitaron cuidadosamente utilizar el término "<em><span style="color:#ff0000;">sacerdote</span></em>" para designar a los ministros o responsables de las comunidades cristianas. Y es importante recordar que esta actitud se mantuvo hasta el siglo III. Como es lógico, si en la Iglesia de los dos primeros siglos se cuidó evitar esta designación, por algo sería, es decir, alguna rezón tendrían aquellas comunidades para no utilizar jamás el título de "<em>sacerdote</em>" cuando se referían a los líderes de las comunidades. Esto da que pensar. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, como no podía ser de otra manera, todos los grupos religiosos de la antigüedad tenían naturalmente una nomenclatura (consagrada y aceptada) para designar a sus cuadros de mando. Sin embargo -y por más sorprendente que pueda parecer-, las primeras comunidades de la Iglesia tomaron, para designar a los cargos en las comunidades, nombres tomados de las instituciones civiles. Así: <em><span style="color:#ff0000;">apostoloi</span></em> (enviados, mensajeros); <em><span style="color:#ff0000;">prophetai</span></em> (profetas, que con frecuencia eran laicos); <em><span style="color:#ff0000;">poimenes</span></em> (pastores); <em><span style="color:#ff0000;">euangelistês</span></em> (el que lleva buenas noticias); <em><span style="color:#ff0000;">episkopoi</span></em> (obispos), que eran los "<em>vigilantes</em>", "<em>inspectores</em>" o "<em><span style="color:#000000;">gobernadores</span></em>": <em><span style="color:#ff0000;">presbyteroi</span></em> (presbíteros), personas honorables y que en Asia Menor y Egipto designaban a los que presidían en una corporación; <em><span style="color:#ff0000;">proistámenoi</span></em> (los que presidían) (<span style="font-size:85%;">Rom XII, 8; 1º Tes V, 12</span>); <em><span style="color:#ff0000;">egoúmenoi</span></em> (dirigentes) (<span style="font-size:85%;">Heb XIII, 7; Hech XV, 22</span>); <em><span style="color:#ff0000;">diakonoi</span></em> (sirvientes o camareros); <em><span style="color:#ff0000;">douloi</span></em> (siervos o esclavos) (<span style="font-size:85%;">Rom I, 1; 2º Cor VI, 4; Col I, 25...; cf. Mc X, 45 par</span>).</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">La Iglesia naciente no toleró títulos "<em><span style="color:#ff0000;">sagrados</span></em>", sino nombres o calificativos "<em><span style="color:#ff0000;">civiles</span></em>" y, en ese sentido, "<em>laicos</em>". Nos guste o no nos guste, así fue. Y lo lógico es pensar que esto no pudo ser mera casualidad. Sin duda, esto tiene su lógica relación con el título mismo de "<em>Iglesia</em>", que es la versión a nuestra lengua del término griego <em><span style="color:#ff0000;">ekklesía</span></em>, la palabra técnica que se utilizaba en Grecia para designar a la asamblea de ciudadnos libres, reunidos para tomar democráticamente sus decisiones.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Nada de esto impedía creer en Jesús el Señor. Y ser testigos de la fe. Es más, sin duda alguna, los primeros cristianos vieron que era así cómo tenían que denominarse y hacerse presentes en la sociedad del Imperio.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Precisando más: en la primera mitad del s. III, los ministros de las comunidades empezaron a utilizar los términos "<em><span style="color:#ff0000;">orden</span></em>" y "<em><span style="color:#ff0000;">ordenación</span></em>". Ahora bien, estos términos remitían, ya entonces y sobre todo entonces, a las ideas de "<em><span style="color:#ff0000;">honor</span></em>", "<em><span style="color:#ff0000;">dignidad</span></em>" y "<em><span style="color:#ff0000;">potestad</span></em>". En efecto, el "<em><span style="color:#ff0000;">ordo</span></em>" y la "<em><span style="color:#ff0000;">ordinatio</span></em>" eran, en aquel tiempo, conceptos clave en la organización de la sociedad. Porque eran los términos clásicos para designar el nombramiento de los funcionarios imperiales, sobre todo del emperador. El "<em>ordo</em>" tenía, en el imperio romano, la significación de "<em><span style="color:#ff0000;">clase social</span></em>", de manera que existían tres "<em>ordines</em>": el orden de los senadores (<em>ordo senatorum</em>) y el orden de los caballeros (<em>ordo equitum</em>), que se situaban claramente sobre la plebe o pueblo llano (<em>ordo plebeius</em>) (<span style="font-size:85%;">Pauly-Wissowa, 18/1, 930-936</span>). Es claro que los ministros de las comunidades, en el s. III, se apropiaron el "<em>orden</em>" y la "<em>ordenación</em>", como títulos de dignidad y supremacía, para diferenciarse de la gente sencilla y, por tanto, de la comunidad. En buena medida, se puede decir que el derecho y la cultura del imperio fueron más determinantes que el Evangelio. Jesús había reprendido insistentemente a los discípulos y apóstoles por sus pretensiones de ser los más importantes, de situarse los primeros (<span style="font-size:85%;">Mc X, 35-45 par; Mc IX, 33-37 par</span>). El criterio de Jesús es que los primeros tenían que situarse como los últimos (<span style="font-size:85%;">Mt XX, 16; Mc X, 31</span>). En este sentido, la Iglesia tendría que ser la subversión del "<em>orden</em>" de este mundo. Pero el "<em><span style="color:#ff0000;">clero</span></em>", como "<em>porción escogida</em>", no quiso que fuera así.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Como es lógico, toda institución que pretenda perpetuarse ha de tener un mínimo de organización, una estructura. Pero eso se puede hacer de muchas maneras. Jesús no quiso, en el movimiento que el ponia en marcha, reproducir los modelos organizativos de los poderes de este mundo. Y, con claridad y firmeza, los primeros cristianos entendieron que la Iglesia no tiene por qué ser guiada por "<em><span style="color:#ff0000;">hombres sagrados</span></em>" o "<em><span style="color:#ff0000;">consagrados</span></em>". Pero el hecho es que en <span style="color:#ff0000;">la Iglesia trastornó el ideal utópico de Jesús</span>. El ideal de quien está convencido que todo el que sube, por eso mismo, divide; mientras que todo el que baja, por eso mismo, une. Ya el autor de la primera carta de Pedro se dio cuenta del peligro que acechaba, a las comunidades de la Iglesia, cuando, dirigiéndose "<em>a los responsables de las comunidades</em>", les dijo: "<em>cuidad del rebaño de Dios que os han confiado, cuidando de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por por sacar dinero, sino generosamente; no tiranizando a los que os han confiado, sino haciéndoos modelos del rebaño</em>" (<span style="font-size:85%;">1º Pe V, 1-3</span>).</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Algunos comentarios al post anterior han dado a entender que en la Iglesia, desde el Nuevo Testamento hasta hoy, se ha ha producido un "<em>desarrollo del dogma</em>". Pero, <span style="color:#ff0000;">¿podemos los cristianos admitir un " <em>desarrollo</em>" que resulta contradictorio con el Evangelio?</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-867173521960842252011-01-24T06:21:00.000-08:002011-01-24T06:39:39.152-08:00¿Y SI NOS QUEDAMOS SIN SACERDOTES?<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUpjYUnmyv-xkWFlblZZA-KM-ZMBW7UIqZEA4IwMDM8gsL8TeEYN4vNetzRnRP2VTTrw77SPQC1eFaxl7eIAQfQNP3VBuWpedoXFwua-lh1daNFXqfPnNo55LVANv-02Rbl1JtmDVacmQ/s1600/altar.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5565757873957831570" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 261px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUpjYUnmyv-xkWFlblZZA-KM-ZMBW7UIqZEA4IwMDM8gsL8TeEYN4vNetzRnRP2VTTrw77SPQC1eFaxl7eIAQfQNP3VBuWpedoXFwua-lh1daNFXqfPnNo55LVANv-02Rbl1JtmDVacmQ/s400/altar.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">La semana pasada escribí en este blog una entrada en la que recordé cómo la Iglesia del primer milenio tuvo un concepto de la vocación sacerdotal muy distinto del que tenemos ahora. Hoy se piensa que la vocación es la "<em>llamada de Dios</em>" para que un cristiano, con la aprobación del obispo, pueda ser ordenado sacerdote. En los primeros diez siglos de la Iglesia, se pensaba que la vocación es la "<em>llamada de la comunidad</em>" para que un cristiano fuese ordenado sacerdote. Pero ocurre que, en este momento, la escasez de vocaciones es un hecho tan notable que hasta los políticos cristianodemócratas de Alemania han hecho pública una carta en la que piden al episcopado que puedan ser ordenados de sacerdotes hombres casados. Hasta los hombres de la política andan preocupados de lo mal que van las cosas en la Iglesia, entre otros motivos, por la alarmante falta de sacerdotes para atender las necesidades espirituales de los católicos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Así están las cosas en este momento. Los obispos -ya lo han dicho los alemanes- no están dispuestos a suprimir la ley del celibato. Y menos aún estarían dispuestos a tomar decisiones más radicales en cuanto se refiere al clero, especialmente por lo que respecta a la necesidad de que en la Iglesia haya sacerdotes para administrar los sacramentos. Yo no sé si los obispos van a ceder en este delicado asunto. Y si ceden, cuándo lo harán. Sea lo que sea de todo esto, me parece que ha llegado el momento de afrontar esta pregunta: ¿y si llega el día en que nos quedemos prácticamente sin sacerdotes? ¿sería eso el derrumbe total de la Iglesia?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">El cristianismo tiene su origen en Jesús de Nazaret. Pero <span style="color:#ff0000;">Jesús no fue sacerdote</span>. Jesús <span style="color:#ff0000;">fue un laico, que vivió y enseñó su mensaje como laico</span>. Jesús reunió un grupo de discípulos y nombró doce apóstoles. Pero aquel grupo estaba compuesto por hombres y mujeres que iban con él de pueblo en pueblo (<span style="font-size:85%;">Lc VIII, 1-3; Mc XV, 40-41</span>). La muerte de Jesús en la cruz no fue un ritual religioso, sino la ejecución civil de un subversivo. Por eso la <em>Carta a los hebreos</em> dice que Cristo fue sacerdote. Pero este escrito es el más radicalmente laico de todo el Nuevo Testamento. Porque <span style="color:#ff0000;">el sacerdocio de Cristo no fue "<em>ritual</em>", sino "<em>existencial</em>"</span>. Es decir, lo que Cristo ofreció, no fue un rito ceremonial en un templo, sino su existencia entera, en el trabajo, en la vida con los demás y sobre todo en la horrible muerte que sufrió. <span style="color:#ff0000;">Para los cristianos, no hay más sacerdocio que el de Cristo, que consiste en que cada uno viva para los demás.</span> Ni más ni menos que eso. <span style="color:#ff0000;">El sacerdocio cristiano, tal como se vive en la Iglesia, no tiene fundamento bíblico ninguno.</span> Por eso en la Iglesia no tiene que haber hombres "<em>consagrados</em>". Lo que tiene que haber es hombres y mujeres "<em>ejemplares</em>". El "<em>sacerdocio santo</em>" y el "<em>sacerdocio real</em>" del que habla la <em>1º Carta de Pedro</em> (<span style="font-size:85%;">I, 5. 9</span>) es una mera denominación "<em>espiritual</em>" de todos los cristianos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Además, <span style="color:#ff0000;">en todo el Nuevo Testamento jamás se habla de "<em>sacerdotes</em>" en la Iglesia</span>. Es más, está bien demostrado que los autores del Nuevo Testamento, desde san Pablo hasta el Apocalipsis, evitan cuidadosamente aplicar la palabra o el concepto de "<em>sacerdote</em>" a los que presidían en las comunidades que se iban formando. Esta situación se mantuvo hasta el siglo III. O sea, <span style="color:#ff0000;">la Iglesia vivió durante casi doscientos años sin sacerdotes</span>. La comunidad celebraba la eucaristía, pero nunca se dice que la presidiera un "<em>sacerdote</em>". En las comunidades cristianas había responsables o encargados de diversas tareas, pero no se les consideraba hombres "<em>sagrados</em>" o "<em>consagrados</em>". En el s. III, Tertuliano informa de que cualquier cristiano presidía la eucaristía (<span style="font-size:85%;"><em>De exhort. cast</em>. VII, 3</span>).</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">¿Qué pasaría si se acabaran los sacerdotes en la Iglesia? Simplemente que la Iglesia recuperaría, en la práctica, el modelo original que Jesús quiso. Lo que pasaría, por tanto, es que la Iglesia sería más auténtica. Una Iglesia más presente en el pueblo y entre los ciudadanos. Una Iglesia sin clero, sin funcionarios, sin dignidades que dividen y separan. Sólo así retomaríamos el camino que siguió el movimiento de Jesús: un movimiento profético, carismático, secular. <span style="color:#ff0000;">El clericalismo, los hombres sagrados y los consagrados han alejado a la Iglesia del Evangelio y del pueblo.</span> Así lo ve y lo dice la gente. La Iglesia se pensó que, teniendo un clero abundante y con prestigio, sería una Iglesia fuerte, con influencia en la cultura y en la sociedad. Pero a los hechos me remito. Ese modelo de Iglesia se está agotando. No podemos ignorar todo el bien que los sacerdotes y los religiosos han hecho. Y el que siguen haciendo. Pero tampoco podemos olvidar los escándalos y violencias que en la Iglesia se han vivido y de los que el clero, en gran medida, ha sido responsable.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Pero lo peor no es nada de eso. Lo más negativo, que ha dado de sí el modelo clerical de la Iglesia, es que quienes han tenido el "<em>poder sagrado</em>", se han erigido en los responsables y, de las "<em>comunidades de creyentes</em>", han hecho "<em>súbditos obedientes</em>". La Iglesia se ha partido, se ha dividido, unos pocos mandando y los demás obedeciendo. En la Iglesia debe haber, como en toda institución humana, personas encargadas de la gestión de los asuntos, de la coordinación, de la enseñanza del mensaje de Jesús... Pero, una de dos: o Jesús vivió equivocado o los que andamos equivocados somos nosotros.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Por supuesto, el final del clero no se puede improvisar. Probablemente el cambio se va a producir, no por decisiones que vengan de Roma, sino porque la vida y el giro que ha tomado la historia nos van a llevar a eso: a una Iglesia compuesta por comunidades de fieles, conscientes de su responsabilidad, unidos a sus obispos (presididos por el obispo de Roma), respetando los diversos pueblos, naciones y culturas. Y preocupados sobre todo por hacer visible y patente la memoria de Jesús. Ya son muchas las comunidades que, por todo el mundo, a falta de clérigos, son los laicos los que celebran ellos solos la eucaristía. Porque son muchos los cristianos que están persuadidos de que la celebración de la eucaristía no es un privilegio de los sacerdotes, sino un derecho de la comunidad. El proceso está en marcha. Y mi convicción es que nadie lo va a detener. Termino afirmando que, si digo estas cosas, no es porque me importe poco la Iglesia o porque no la quiera ver ni en pintura. Todo lo contrario. Precisamente porque le debo tanto y me importa tanto, por eso, lo que más deseo es que sea fiel a Jesús y al Evangelio.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-46592657172050494082011-01-21T15:40:00.000-08:002011-01-21T15:53:20.172-08:00LA ALARMENTE ESCASEZ DE VOCACIONES EN LA IGLESIA<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyuHzLSv_tLUnAeXzCXLim69u3yavL_xAVi3S8YSOd6VY5lmX4a6rd-R2ajIxB_BMeXP1AkwYehgGh9MtusizQ0tO_cHct93N5jOOjIcdci5x7oB8yc0s7bgyjySY1BtZSX4_1Z3lgiOs/s1600/P1010338.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5564788402802767202" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyuHzLSv_tLUnAeXzCXLim69u3yavL_xAVi3S8YSOd6VY5lmX4a6rd-R2ajIxB_BMeXP1AkwYehgGh9MtusizQ0tO_cHct93N5jOOjIcdci5x7oB8yc0s7bgyjySY1BtZSX4_1Z3lgiOs/s400/P1010338.JPG" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Me refiero concretamente a las vocaciones para el presbiterado. Lo estamos viendo y palpando: cada día hay menos seminaristas, menos curas y muchos de los que van quedando son ya mayores con las consiguientes e inevitables limitaciones que eso lleva consigo. Las estadísticas en Europa, Estados Unidos e incluso ya en América Latina son muy preocupantes. A este paso, dentro de diez años, la situación será insostenible.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Por otra parte, la Iglesia entera debería tener siempre muy presente la severa afirmación que hizo el concilio Vaticano II: <span style="color:#ff6600;">"<em>todos los fieles cristianos tienen el derecho de recibir de los sagrados pastores, de entre los bienes espirituales de la Iglesia, ante todo, los auxilios de la palabra de Dios y de los sacramentos</em>"</span> (<span style="font-size:85%;">LG 37, 1</span>). Un derecho que además quedó recogido y ratificado en CIC, canon 213. Ahora bien, <span style="color:#ff0000;">este derecho se está quebrantando gravemente en este momento</span> porque, como es bien sabido, hay miles de pueblos y aldeas en los que no hay un sacerdote que enseñe el catecismo, que explique el Evangelio, que celebre la eucaristía, que visite a los enfermos, que atienda a los necesitados, etcétera.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Así las cosas, la pregunta que hay que hacerse es la siguiente: ¿tiene la jerarquía eclesiástica autoridad para establecer unas condiciones, de acceso al ministerio presbiteral, que, tal como hoy está la vida y la sociedad, de esas condiciones se sigue inevitablemente que a miles y miles de cristianos se les priva de un derecho que es inherente a la condición misma y al ser del cristiano? Por tanto, ¿no hay motivos suficientes para pensar que la jerarquía eclesiástica está abusando de un poder que entra en conflicto con un derecho fundamental de los fieles cristianos?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">La respuesta a estas preguntas no se puede despachar con la fácil escapatoria de quienes dicen que la falta de vocaciones no depende de los obispos, sino que es un problema cuyas raíces están en la secularización de la sociedad, en el laicismo imperante, en la educación atea que se les da a tantos jóvenes, en el hedonismo y materialismo que invaden las costumbres, etc. ¿Qué más quisiéramos que tener muchas y buenas vocaciones sacerdotales? Pero, ¿si Dios no las manda...? ¿O si lo que ocurre es que los jóvenes no responden a la llamada divina? ¿Qué podemos hacer nosotros ante un problema cuya solución no depende de nosotros?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Insisto en que este tipo de razonamientos no son sino una fácil escapatoria. Tan fácil como falsa. ¿Por qué? Porque la jerarquía eclesiástica puede perfectamente modificar las condiciones de acceso al ministerio ordenado. Otra cosa es que se considere intangible el procedimiento actual. Y el actual concepto que tenemos de lo que es una vocación al ministerio eclesiástico. ¿Estamos seguros de que esto es lo que Dios quiere?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">No podemos tener esta seguridad. Por la sencilla razón de que en la Iglesia, durante siglos, las cosas se hicieron de otra manera. Es decir, durante cientos de años, fue distinta la idea que se tenía de lo que es una vocación al sacerdocio. Y fue distinto, por tanto, el procedimiento para elegir y designar a quienes podían y debían ser ordenados de presbíteros o de obispos. <span style="color:#ff0000;">Hoy tenemos la idea de que la vocación es una "<em>llamada de Dios</em>", a la que, quien es llamado, debe responder con generosidad. Hasta el siglo XI, no era básicamente una llamada de Dios, sino una "<em>llamada de la comunidad</em>" cristiana.</span> De forma que está abundantemente documentado que quienes se presentaban al obispo diciendo que habían sentido la llamada del Señor, a esos precisamente era a los que normalmente nunca se ordenaba. Mientras que la norma establecida era que las ordenaciones sacerdotales, en la Iglesia antigua, tenían que ser ordenaciones "<em>invitus</em>" y "<em>coactus</em>", es decir, las ordenaciones de aquellos que se resistían, que no querían, ser ordenados. Y lo eran porque era la comunidad la que veía y discernía quién era o no era el sujeto adecuado para ejercer el ministerio pastoral. Además, es importante saber que esta práctica no era una "<em>recomendación</em>", sino una "<em>norma</em>" establecida en los sínodos y en los concilios; la norma que, por todas partes, enseñaban los padres de la Iglesia y explicaban los teólogos. La enorme documentación, que existe sobre este asunto, ha sido recogida y razonada, entre otros, por Y. Congar <span style="font-size:85%;">("<em>Ordinations invitus, coactus de l’Église antique au canon 214</em>"; en la "<em>Rev. Sc. Phil. Et Théol</em>." 50 (1966) 169-197</span>). Todavía el "<em>Decreto</em>" de Graciano (<span style="font-size:85%;">s. XI</span>) recoge la tradición de los siglos anteriores con esta fórmula: "<em>Locus regiminis, sicut desiderantibus est negandus, ita fugientibus est offerendus</em>" (<span style="font-size:85%;">can. 9, q. 1 C. VIII (col. 592)</span>): "<em>El puesto de gobierno, así como ha de ser negado a quienes lo desean, se debe ofrecer a los que lo rechazan</em>".</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Era otra mentalidad. <span style="color:#ff0000;">Ser cura, ser obispo, no era una dignidad ni un honor, sino una carga.</span> Y una carga pesada. Esto, ante todo. Pero, más que nada, lo que se tenía en cuenta era el criterio y el juicio de la comunidad (parroquia, diócesis), en la que iba a ejercer el ministerio el nuevo candidato. Y, como es lógico, quienes mejor sabían quién era el sujeto que mejor reunía las condiciones convenientes para la parroquia o la diócesis, eran los ciudadanos y feligreses con los que el candidato iba a trabajar. Era, por tanto, otro modelo organizativo de Iglesia. Una Iglesia menos centralizada, que miraba más al pueblo que a Roma o a la Curia Diocesana. Y <span style="color:#ff0000;">era</span>, en consecuencia, <span style="color:#ff0000;">una Iglesia cercana, unida y hasta fundida con el pueblo, con la gente, con las necesidades y esperanzas de los fieles cristianos</span>. Es evidente que todo esto se podría hacer hoy. Se tendría que hacer ya. Y si no se hace, me parece que tenemos razones suficientes para pensar que el motivo del actual inmovilismo, ante una situación tan grave y tan preocupante, no es otro que el deseo de mantener un poder sobre la gente, sobre los laicos, de los que la jerarquía no se fía y cuyas necesidades, carencias y esperanza no toma en serio. Se tiene miedo a que la gente pida que se ordene de sacerdote a un hombre casado. Se tiene más miedo aún a que la gente quiera que se ordene a una mujer. Y así sucesivamente. ¿Por qué tantos miedos? ¿Y no nos da miedo la soledad, el desprestigio y el desamparo en que se está quedado la Iglesia?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-86073509420732652252011-01-17T02:38:00.000-08:002011-01-17T02:51:58.135-08:00PREMIOS Y CASTIGOS DE LA "OTRA VIDA"<div align="center"><span style="color:#3333ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3333ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC6wZuHxt2gBNYlIXMmEJhfbr66tdjXvwbByV6Um3HT_NFXQpNesNiFVMUj1KWuVUjYm70l6R-VTwgSQNsMkD7zPpGppwH8u-uyJlohaPQMUxh3KEVakrEKSoeVdeSh0fNM4faipN-kzE/s1600/juego-cielo-infierno.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5563103068532673090" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC6wZuHxt2gBNYlIXMmEJhfbr66tdjXvwbByV6Um3HT_NFXQpNesNiFVMUj1KWuVUjYm70l6R-VTwgSQNsMkD7zPpGppwH8u-uyJlohaPQMUxh3KEVakrEKSoeVdeSh0fNM4faipN-kzE/s400/juego-cielo-infierno.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Las personas que tienen creencias religiosas suelen decir que quienes (al morir) se van de "<em>esta vida</em>", pasan así a la "<em>otra vida</em>", los buenos al cielo y los malos al infierno. A lo que se suele añadir una precisión: en el cielo sólo pueden entrar los que llegan allí enteramente purificados y para eso está el purgatorio.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">La creencia en la otra vida resulta comprensible si tenemos en cuenta las muchas limitaciones que tiene esta vida. Siempre ha existido gente (mucha gente) que anhela la felicidad sin límites. Como hay gente que, habida cuenta de tantas injusticias como hay en este mundo, esperan que Dios castigue a los malos y canallas en el otro mundo. Parece lógico, por tanto, que haya gente que alimenta creencias en premios y castigos más allá de la muerte.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Así las cosas, lo primero que conviene tener en cuenta, al hablar de este oscuro y complicado asunto, es que las creencias relativas a la otra vida tienen lógicamente consecuencias (para bien o para mal) en esta vida. Lo más seguro es que, por ejemplo, cuando el franciscano Maximiliano Kolbe se dejó matar para salvar a un compañero, en un campo de concentración de la última guerra mundial, tomó aquella decisión ejemplar motivado por el amor cristiano y por la esperanza en la felicidad de la vida futura. Como también se puede dar por seguro que los pilotos camicaces, que se mataron matando a miles de personas en la Torres Gemelas de Nueva York, cometieron semejante atrocidad por motivaciones políticas reforzadas, en última instancia, por el deseo de llegar al paraíso celestial. No cabe duda que la esperanza en la otra vida puede ser un estímulo para el bien o una amenaza para el mal.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Por eso no es de extrañar que los predicadores de la "<em>otra vida</em>" hayan utilizado tantas veces el argumento del cielo y del infierno para motivar a los fieles, unas veces, para lograr objetivos ejemplares; y en otros casos para someter a los crédulos, para asustar a personas de buena voluntad o a gentes ingenuas, sin reparar en que, a base de sermones truculentos, han abrumado a no pocas psicologías débiles, han llevado a mucha gente a los confesionarios y hasta se ha negociado la otra vida mediante indulgencias que han dejado pingües beneficios, limosnas, herencias y otras ventajas de mayor o menor cuantía.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">¿Qué hay después de la muerte? Como es lógico, todo lo que trasciende esta vida pertenece al ámbito de lo trascendente. Y lo trascendente es, por definición, lo que no está a nuestro alcance, o sea lo que no conocemos ni podemos conocer. Por tanto, ponerse a decir, determinar, precisar y explicar lo que ocurre después de la muerte es un alarde que entraña tanto atrevimiento como ingenuidad, ya que eso es lo mismo que hablar de lo que no sabemos, ni podemos saber. Pero, ¿no está todo eso dicho en la Biblia y en los libros sagrados? ¿no está definido por los Papas y los Concilios de la Iglesia? Seamos lógicos, sinceros y honestos. Todos los libros sagrados, incluida la Biblia, todo lo que han dicho los Papas y los Concilios, todo eso está dicho "<em>desde la inmanencia</em>" y, por tanto, es "<em>inmanente</em>". Es decir, todo eso no puede alcanzar aquellas realidades que, por definición, nos trascienden. En otras palabras, aquellas realidades que no están a nuestro alcance. Y si lo están, es que no se nos habla de "<em>lo trascendente</em>", sino de "<em>lo inmanente</em>", disfrazado de falsa "<em>divinidad</em>".</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">La Fe no es un saber basado en argumentos demostrables por la evidencia. La Fe es una "<em>convicción libre</em>". En el caso de la fe cristiana, esa convicción lleva en sí la esperanza en que la muerte no tiene la última palabra. Es la convicción de la pervivencia en una plenitud de vida, sin que podamos precisar más en que pueda consistir esa plenitud. Y en cuanto al infierno, si efectivamente Dios es justo, hará justicia, sin que podamos saber cómo se hará esa justicia. Pero hablar del infierno, como se suele hacer en los catecismos y sermones al uso, con todo el respeto del mundo, yo no creo que eso pueda ser verdad. Por una razón que, para mí al menos, es incontestable. El infierno, por definición, es un castigo eterno. Ahora bien, un castigo (sea el que sea) tiene razón de ser como "<em>medio</em>" para algo (corregir, mejorar, educar, defender a los inocentes...), pero nunca puede tener razón de ser como "<em>finalidad</em>" en sí mismo. Un castigo, así pensado y realizado, no puede tener su origen en la bondad, sino en la maldad. O sea, un castigo así, no puede haber sido pensado por Dios, ni puede ser mantenido por Dios. Un presunto castigo "<em>divino</em>", que al mismo tiempo se concibe como "<em>eterno</em>", es una contradicción en sí mismo. Porque lo "<em>divino</em>", que no se puede entender sino como bondad y fuente de bien, no puede ser causa y origen de un mal, que no tiene más finalidad en sí que hacer sufrir, o sea causar mal, daño y maldad. Porque si es "<em>eterno</em>", no es "<em>medio</em>" para ninguna otra cosa, sino algo cuya única finalidad es el sufrimiento sin fin. Hacer a Dios causante y responsable de eso es la agresión más brutal a "<em>lo divino</em>" que la mente humana ha podido inventar.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">En religión, se puede hablar de premios y castigos utilizando un lenguaje metafórico que pueda motivar a la gente para hacer el bien y evitar el mal. Tal es el sentido de los textos de los Evangelios que hablan del "<em>fuego</em>" eterno, del "<em>rechinar de dientes</em>", del "<em>gusano de la conciencia</em>" o de otras expresiones parecidas. Todo lo que sea pasar de eso y convertir las metáforas en lenguaje descriptivo de una realidad que está "<em>arriba</em>" o "<em>abajo</em>", en lo alto de los cielos o en las profundidades del abismo, todo eso no puede ser sino un lenguaje imaginativo del que no nos cabe certeza alguna. <span style="color:#ff0000;">La finalidad de las religiones ha de centrarse en hacernos buenas personas, en que seamos respetuosos y honrados, honestos y sinceros, responsables y gente de buen corazón.</span> Y quienes, además de todo eso, tengan una fe que les lleve a mantener viva la esperanza que trasciende el presente, si eso les motiva para ser aún más buena gente, entonces se podrá decir que la religión es cabal. Y es lo que tiene que ser. Con toda sinceridad confieso que lo que acabo de explicar forma parte del eje mismo de mis creencias religiosas.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-46346737745083852232011-01-10T13:42:00.000-08:002011-01-10T13:50:41.608-08:00LOS CURAS SE SUBEN OTRA VEZ AL PULPITO<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José María Castillo</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvF8CsDAJ0p0ZpChwaQJRr2hqtMxii7nO_yHTiQgaxhZu7UYWJ7G2-0GdPKGP2GCT_h6TWzX8CdiCMr5Gr13xXNHmb1-4dkL9dur8fbxg1RV9q9YLkyXK7iGeWacEDfbmPWPRaG5MgGg4/s1600/predica.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5560676113834111666" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 384px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvF8CsDAJ0p0ZpChwaQJRr2hqtMxii7nO_yHTiQgaxhZu7UYWJ7G2-0GdPKGP2GCT_h6TWzX8CdiCMr5Gr13xXNHmb1-4dkL9dur8fbxg1RV9q9YLkyXK7iGeWacEDfbmPWPRaG5MgGg4/s400/predica.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Acabo de regresar de Italia (Verona) donde he tenido un breve curso (sólo tres días) sobre la fe cristiana. Estos días de trabajo, y otros compromisos que tenía pendientes allí, han sido el motivo del paréntesis de silencio que ha sufrido este blog. Pido las debidas disculpas, por este silencio, a quienes suelen visitar el blog.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Italia es un país en el que la presencia de la religión sigue siendo fuerte. Es un hecho que se palpa enseguida. Sin duda, la cercanía del Vaticano y la abundancia de pequeñas diócesis son dos hechos determinantes en la religiosidad de millones de italianos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Pero ocurre que, precisamente porque la religiosidad se nota más que en otros países, por eso mismo también se nota más y se percibe mejor la orientación que, en determinados sectores del pueblo, va tomando la práctica religiosa. Se trata de una orientación claramente regresiva. O para ser más preciso, cada vez que voy a Italia (y suelo ir dos o tres veces caño), me doy cuenta de la fuerza que van tomando dos fenómenos enormemente significativos: 1) Por una parte, se palpa que las prácticas religiosas tradicionales, no sólo se refuerzan, sino que además van en claro retroceso en el sentido de ir recuperando usos y costumbres que (quizá ingenuamente) creíamos definitivamente superadas. 2) Por otra parte, a medida que se recuperan prácticas religiosas de tiempos antiguos, casi en la misma medida aumenta el número de personas que anhelan y buscan otra forma de entender y practicar la vida cristiana, otra forma menos atada a determinadas prácticas medievales y más vinculada al Evangelio y a los primeros orígenes del cristianismo. Estos dos fenómenos son clarísimos y, por la información que tengo en este momento, creo que es en Italia donde mejor se advierten y más se notan estas dos tendencias, que, en no pocas cosas, van en direcciones estrictamente opuestas.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Pues bien, si se presta algo de atención al primero de estos fenómenos, el de la recuperación e intensificación de las prácticas religiosas de antaño, una de las cosas que más me han sorprendido es que, en no pocas parroquias del noreste italiano (pienso, por ejemplo, en la diócesis de Údine, en la frontera con Austria), van abundando los curas que están utilizando otra vez los púlpitos para las homilías de las misas o simplemente para predicar sus sermones al pueblo fiel. Y es importante notar que hay mucha gente a la que le gusta eso. Es más, abundan las personas a quienes les encanta que el predicador se ponga ropajes especialmente solemnes y llamativos para echar su sermón.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Esto me ha dado qué pensar. Porque no creo que la explicación del retorno a esta vieja costumbre haya que buscarla en la vanidad de los predicadores. Por supuesto, es evidente que un tipo, que se cuelga encima todos los ropajes que tiene a su alcance, por más que lo haga con el convencimiento de que así es cómo debe proceder, puede dar la impresión de que hace eso motivado por un mal disimulado orgullo. Pero el fondo del asunto no está en los sentimientos que pueda abrigar el predicador de turno. El problema está en lo que el púlpito representa en sí mismo. Lo más evidente que ocurre con el púlpito es que la predicación se separa del altar, es decir, la explicación del Evangelio se aleja de la Eucaristía. De forma que el Evangelio se convierte en "sermón"; y la Eucaristía se reduce a un "ritual" sagrado. Y entonces, en el sermón, el predicador se luce con su retórica; y, en el ritual, el sacerdote ejecuta un ceremonial que fomenta la devoción de unos, tranquiliza la conciencia de otros, pero, por lo general, a casi nadie le evoca lo que Jesús hizo y dijo en la cena aquélla en que se despidió de sus discípulos y amigos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">¿Qué hemos hecho con el Evangelio? ¿Qué nos queda de la Eucaristía? ¿A dónde vamos por este camino? Según dicen los entendidos, el "púlpito" fue, originalmente, parte del escenario del teatro romano. La parte diferenciada de la "orchestra", es decir, la parte donde los actores recitaban y actuaban. ¿No estaremos haciendo de nuestras celebraciones litúrgicas una especie de teatro en el que todos pasamos un rato pero nadie se convierte?</div><div align="justify">.</div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-69403896547169864802011-01-09T04:15:00.000-08:002011-01-09T04:20:20.441-08:009/1/2011: ¿ESTAMOS APAGANDO EL ESPIRITU? (Bautismo de Jesús - Mateo III, 13-17)<div align="center"><span style="color:#3366ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> <em>José Antonio Pagola</em></span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3366ff;">(Teólogo)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWItVE0SpKbn9zwFOshhYyIaAFruCKDchzNBFl9UtOhbV3pnIwmGNJKbNQyhzczDcTtoK995YZj2m5Yqa-eeLSrjRaITe5LV93iQLpbGjkHPMrc6GBi1WE5a8jqu71y-sTH_Trqp7j6ZQ/s1600/Bautismo-jesus.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5560158807638663986" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 378px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWItVE0SpKbn9zwFOshhYyIaAFruCKDchzNBFl9UtOhbV3pnIwmGNJKbNQyhzczDcTtoK995YZj2m5Yqa-eeLSrjRaITe5LV93iQLpbGjkHPMrc6GBi1WE5a8jqu71y-sTH_Trqp7j6ZQ/s400/Bautismo-jesus.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .</span></div><div align="justify">Aunque el relato evangélico habla de la inmersión de Jesús en el Jordán, lo decisivo no es este bautismo de agua que recibe de manos del Bautista, sino la acogida del Espíritu que el Padre envía sobre él.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Según la mentalidad bíblica, este Espíritu hace vivir a Jesús desde el aliento vital de Dios, lleno de su amor y su fuerza creadora, entregado a liberar, transformar y potenciar la vida. Por eso, los primeros seguidores de Jesús lo recordaban como un Profeta que, “<em>ungido por Dios con el Espíritu Santo</em>…, <em>pasó la vida haciendo el bien</em>”. Este es el Espíritu que ha de alentar a quienes siguen sus pasos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>La crisis religiosa de nuestros días se está extendiendo con tal radicalidad que la indiferencia está afectando ya a los mismos creyentes. Los indicios son cada vez más inquietantes. Hay analistas que denuncian el “<em>ateísmo interior</em>” que está diluyendo la fe de algunos que se dicen cristianos.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>La Iglesia no es un “<em>espacio inmunizado</em>”. Hay practicantes que de hecho no cuentan con Dios. Pueden pasar tranquilamente sin él. Dios no estimula su vida ni inspira su comportamiento. Viven una religión vacía de comunicación con Dios. En la práctica, Dios no existe para ellos. Sin advertirlo, se están instalando en la “<em>cultura de la ausencia de Dios</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>¿Vamos a permanecer pasivos ante esta extinción progresiva de la verdadera fe incluso dentro de nuestros hogares y comunidades? ¿No nos estamos haciendo cada vez más indiferentes a la indiferencia religiosa que parece invadirlo todo? ¿No ha llegado el momento de reaccionar?</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Tal vez, lo primero es tomar conciencia de que somos nosotros mismos los que podemos estar apagando el Espíritu dentro de la Iglesia con nuestra ceguera y pasividad. Movidos por el instinto de conservación, corremos el riesgo de dedicarnos a conservar el pasado quizás porque nos resulta más cómodo que vivir en permanente conversión, abiertos a la creatividad del Espíritu.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Seguramente, hemos de cuidar más nuestro modo de relacionarnos con Dios, evitando formas superficiales y vacías, vividas sólo desde lo exterior, y que pueden ser formas de huir de su Misterio santo más que caminos para situarnos ante él en espíritu y en verdad.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Parece más necesario que nunca promover esa “<em>participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas</em>”, que el concilio Vaticano II urge “<em>con deseo ardiente</em>”, pues considera que es “<em>la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano</em>”. Revitalizar la celebración es reavivar la fe.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-11913643010190413612011-01-04T09:22:00.000-08:002011-01-04T09:25:48.976-08:00SER CRISTIANOS<div align="center"><span style="color:#3333ff;"><span style="font-size:85%;">por</span> Hans Küng</span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;color:#3333ff;">(Ed. Cristiandad, Madrid, 1977. Págs. 613-614)</span></div><div align="center"><span style="color:#ffffff;"> .</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzyYCsF2nd6sRUlkweE9U6_XDRSJU7EdIfKr4E3w_mkuXk57-b_b6OqurSloz0kKMSrIgrrNS7HHCHCz-lSBenCRC4KktoYAwZONSELmgY1rCxfqXjosuXfPPcThn8qyJzKqLDEJ-cIFI/s1600/corpus.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5558382545862785154" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 302px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzyYCsF2nd6sRUlkweE9U6_XDRSJU7EdIfKr4E3w_mkuXk57-b_b6OqurSloz0kKMSrIgrrNS7HHCHCz-lSBenCRC4KktoYAwZONSELmgY1rCxfqXjosuXfPPcThn8qyJzKqLDEJ-cIFI/s400/corpus.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">"<em>La libertad es para la Iglesia a un tiempo don y tarea. La Iglesia puede y debe ser a todos los niveles una comunidad de hombres libres. Si quiere servir a la causa de Jesús, nunca puede ser una institución de poder o una Santa Inquisición. Sus miembros han de estar liberados para la libertad: liberados de la esclavitud a la letra de la Ley, del peso de la culpa, del miedo a la muerte; liberados para la vida, para el sentido de la vida, el servicio y el amor. Hombres que no tienen que estar sometidos más que a Dios, y no a poderes anónimos ni a otros hombres</em>.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><em>Donde no hay libertad, no está el Espíritu del Señor. Esta libertad, por más que haya de realizarse en la existencia del individuo, no debe ser en la Iglesia un mero llamamiento moral (ordinariamente dirigido a los otros). Tiene que ser efectiva en la configuraicón de la comunidad eclesial, en sus instituciones y constituciones, de suerte que éstas nunca puedan tener un carácter opresivo o represivo</em>.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><em>Nadie en la Iglesia tiene derecho a manipular, reprimir o suprimir, abierta o solapadamente, la libertad fundamental de los hijos de Dios y establecer la soberanía del hombre sobre el hombre, en lugar de la soberanía de Dios. En la Iglesia debe manifestarse esta libertad en la libertad de la palabra (franqueza) y en la libertad de acción y renuncia (libertad de movimientos y liberalidad en el sentido más amplio de la palabra), pero también en las instituciones y constituciones eclesiásticas: la misma Iglesia debe ser a la par ámbito de libertad y abogada de la libertad en el mundo</em>."</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">. </span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-73587369754243631162010-12-31T04:21:00.000-08:002010-12-31T04:34:05.475-08:00HAY MAS DE 159.000 SACERDOTES CATOLICOS CASADOS<span style="color:#ffffff;">.</span><br /><div align="justify">Según estimaciones de la <em>Confederación Internacional de Sacerdotes Católicos Casados</em>, en el mundo hay por lo menos “<em>150 mil curas</em>” que han contraído nupcias, lo que demostraría la necesidad de que la Iglesia católica, que cuenta con cerca de 450 mil clérigos en activo, apruebe el celibato opcional, más aún porque para algunos, la cantidad de ministros católicos con pareja que se presume, es “<em>conservadora</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOHQa3V-oKgTKLNp7TzZx_iUQiuaRIcnPsdkYOXfi1NTS30nzhyC0060NktflrwQLgGfqGuyqKINYTJXeX02Kv2M7QkiOoEvdh8V7b_PWz5_w93Yfar0bN6azIEe16vR4sAKDZ_ndnKdQ/s1600/cura_jovenes.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5556820580182786530" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 289px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOHQa3V-oKgTKLNp7TzZx_iUQiuaRIcnPsdkYOXfi1NTS30nzhyC0060NktflrwQLgGfqGuyqKINYTJXeX02Kv2M7QkiOoEvdh8V7b_PWz5_w93Yfar0bN6azIEe16vR4sAKDZ_ndnKdQ/s400/cura_jovenes.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .</span><br /><div align="justify">En entrevista, <strong>Lauro Macías Raygoza</strong>, vicepresidente de la <em>Federación Latinoamérica para la Renovación de los Ministerios</em>, aseguró que para imponer el celibato se ha “<em>distorsionado lo que dijo Jesús, porque él nunca lo propuso, ya que es una aberración, una forma de dividir a los cristianos de primera, los perfectos, como si la perfección recayera en la castidad, y los imperfectos, los que no son célibes. Aunque sabemos que muchos sacerdotes son incapaces de seguir este mandato, así que se ha convertido en una gran simulación</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br /><strong>Macías Raygoza</strong>, quien ejerció el ministerio durante una década y fue célibe durante ese tiempo porque “<em>era de los convencidos y fui muy feliz</em>”, relató que él fue testigo de la lucha interna que padecían muchos ministros “<em>queriendo cumplir el celibato, y no se les daba, y por ello vivían en una angustia tremenda, y no sólo en el aspecto biológico sino también en el afectivo. Intentaban motivarse para ejercerlo, pero como era artificial, empezaban a vivir una doble vida</em>”. Añadió que la Iglesia católica alberga en su seno a un grupo de sacerdotes que tienen la opción de casarse y son obedientes al Papa, pero pertenecen del rito oriental.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />En entrevista aparte, <strong>José de Jesús Aguilar</strong>, subdirector de <em>Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México</em>, al hablar en defensa del celibato aseguró que éste también es apoyado por la feligresía. “<em>Se calcula que cerca de 80 por ciento de la gente no estaría de acuerdo en que los sacerdotes se casaran, porque de por sí son pocos, y si los que hubiera tuvieran que dedicarse a esposa e hijos, se reduciría su tiempo dedicado a la comunidad</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL4NgQ-YRTdwjlPzzacWBqjep7So_is8ZX63-Y8Fvd8IdfBYxAXhd4KJfT0uVmpaskRj1WL_U4HgWx6O69wjTSfejloPVBZl6HaZ-xHcxe_7NR2QZ8PH-y-O0pwUD3t9sugogNuC-JinM/s1600/14.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5556820574580623810" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 182px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL4NgQ-YRTdwjlPzzacWBqjep7So_is8ZX63-Y8Fvd8IdfBYxAXhd4KJfT0uVmpaskRj1WL_U4HgWx6O69wjTSfejloPVBZl6HaZ-xHcxe_7NR2QZ8PH-y-O0pwUD3t9sugogNuC-JinM/s400/14.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span>Pero también hay una razón más terrenal, y ésta sería que la feligresía “<em>no estaría dispuesta a mantener al sacerdote y a sus hijos. Y es que en ciertas comunidades, la gente con mucho trabajo acepta sostener al sacerdote, pero no lo haría con su familia</em>”, precisó <strong>Aguilar</strong>.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Sin embargo, para <strong>Macías Raygoza</strong> esto no es una explicación de peso ni siquiera realista, porque este asunto se subsanaría “<em>si se permitiera al sacerdote vivir de su trabajo, como lo hacen los anglicanos</em>”, y agregó que en general a la feligresía “<em>le importa un bledo que el sacerdote sea célibe, lo que le interesa es su entrega, su responsabilidad, su amor de hermano y su testimonio, lo que no quiere es que la sirvan espiritualmente de mala gana o con neurosis, como lo hacen algunos</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />En lo que sí coincidieron ambos es en afirmar que los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes en contra de menores no se explican por la prohibición de tener contacto sexual.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>“<em>Soy sicólogo, y el abusador de niños es un individuo que tiene una deformación de otro tipo, la cual no radica en que sea o no célibe, eso da lo mismo</em>”, comentó <strong>Macías Raygoza</strong>. En tanto, <strong>Aguilar</strong> expuso que “<em>quienes abusan de menores y cometen otro tipo de agresiones o violaciones, no es por efecto del celibato, sino producto de enfermedades, de desviaciones sexuales</em>”, consideró.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">-<br /></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMuFm3_jFGNDe9tSjspKYJf_GTa5evOOrAWfiFEwuyuomSQ_yqoclw_rvSu9qAqVq4Q4OJsu1jBG1NWPBF1LiP-dFm2P3Y6DPeicNeqKQLyw_d5MFzFw7I2X3xRhLzHC0G0q3cqOqc4R8/s1600/arton1151.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5556820570920776242" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 223px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMuFm3_jFGNDe9tSjspKYJf_GTa5evOOrAWfiFEwuyuomSQ_yqoclw_rvSu9qAqVq4Q4OJsu1jBG1NWPBF1LiP-dFm2P3Y6DPeicNeqKQLyw_d5MFzFw7I2X3xRhLzHC0G0q3cqOqc4R8/s400/arton1151.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div>De acuerdo con <strong>Josué Tinoco Amador</strong>, profesor y experto en temas religiosos de la <em>Universidad Autónoma Metropolitana</em>, unidad Iztapalapa, “<em>tratando de satisfacer la libido</em>” es que algunos sacerdotes buscan calmar esa necesidad de diversas formas, y a veces no lo hacen de manera adecuada, incurriendo en “<em>abuso sexual, incluso en contra de niños</em>”.</div><div><span style="color:#ffffff;">.</span><br />De acuerdo con datos de la referida federación “<em>a escala global uno de cada cuatro sacerdotes católicos se ha retirado del ejercicio oficial del ministerio</em>”, no sólo a causa del celibato, aunque la mayoría finalmente terminó casándose.</div><div><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Para el obispo de <em>San Cristóbal de las Casas</em>, Chiapas, <strong>Felipe Arizmendi</strong>, cada vez que se hacen públicas “<em>infidelidades al celibato, se cuestiona su razón de ser</em>”, pero destaca que hay que entender que el celibato es un “<em>carisma, un don, un regalo que no se concede a todos y por eso no cualquiera lo comprende</em>”.</div><div><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El obispo reconoce que en el cumplimiento de esta norma “<em>es innegable que ha habido fallas</em>”, sobre todo porque “<em>las tentaciones nos acechan por todos lados</em>”, pero destaca en un escrito sobre este tema que “<em>la inmensa mayoría vivimos con gozo y plenitud esta vocación, a pesar de nuestras limitaciones. Yo me siento muy fecundo y realizado gracias al celibato</em>”, asevera.</div><div><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Y agrega: “<em>yo decidí libre y conscientemente no casarme, no por egoísmo, no por rechazo a la mujer ni por desconocer o despreciar la belleza del sexo y del matrimonio, sino por gracia del Espíritu Santo</em> (…) <em>soy feliz siendo célibe</em>”.</div><div><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Para otros, el panorama no es tan claro, y por eso postulan que <span style="color:#ff0000;">el celibato debe ser opcional</span> en la Iglesia católica de rito latino, <span style="color:#ff0000;">porque éste no tiene sustento “<em>ni en la Biblia, ni en la tradición, ni en la teología, ni en los dogmas</em>”</span>.</div><div><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Por esto es que el 14 de mayo de 2009 la citada federación de sacerdotes casados presentó, una vez más, una propuesta de celibato opcional al Vaticano, y la respuesta fue tan contundente como siempre: “<em>no</em>”.</div><div><span style="color:#ffffff;">.<br /></span><strong>Mario Mullo</strong>, presidente de dicha agrupación, considera que esa “<em>imposición</em>” es “<em>anacrónica</em>” y, por tanto, la jerarquía vaticana no debe ser “<em>intransigente</em>” en torno a este tema, más aún cuando es claro que existe una crisis de vocaciones sacerdotales.</div><div><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Para los críticos del celibato, éste va en contra de la naturaleza humana, ya que impone renunciar a algo que es inherente a la vida: la sexualidad. Lo cual implica sólo reprimir el deseo, pero no extinguirlo.</div><div><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Esto es “<em>muy difícil</em>”, sobre todo en “<em>ciertas circunstancias</em>”, precisó un sacerdote que prefirió omitir su nombre, y quien tiene más de una década ejerciendo su ministerio, aunque ahora valora si continuará, porque hay situaciones que ya no puede evitar por más que lo intente y solicite consejos.</div><div><span style="color:#ffffff;">. </span><br />En breve plática telefónica, da su testimonio sobre el tema, el cual no sólo le preocupa sino también le incomoda, porque él fue férreo defensor del celibato y no pensó verse inmiscuido en una situación como la que ahora vive.</div><div><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>“<em>No sé cómo fue, ni siquiera me di cuenta de cómo empecé a sentir esto. Ella sabe que soy sacerdote, me conoció en la parroquia, y dice que no le importa, pero a mí sí. Estoy traicionando mi vocación, ya fallé</em> (…) <em>he hecho ejercicios espirituales y nada</em> (…) <em>no hemos tenido contacto sexual, pero no estoy seguro de que pueda negarme por más tiempo. Entré muy joven al seminario, quizás me faltó vivir más a fondo ciertas experiencias, si así hubiera sido, tal vez no tendría ahora esta inquietud, no lo sé</em>”.</div><div><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Según el padre <strong>Aguilar</strong>, cuando algún clérigo experimenta un “<em>enamoramiento pasajero se le pide que piense bien las cosas y tome una decisión, quien está indeciso recibe apoyo sicológico de parte de la Iglesia</em>”, y agregó que a quien “<em>se le descubre una relación larga e incluso con hijos, es obligado a retirarse del ministerio</em>”.</div><div><span style="color:#ffffff;">.</span><br />Añadió que quien se encuentra en esta situación “<em>debe avisar a su obispo para que éste le brinde apoyo, pero si el deseo de tener una pareja es lo que prevalece, se le debe retirar del estado clerical. Esto se establece en el Derecho Canónico, en el capítulo IV</em>”.</div><div><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>La polémica sobre el celibato en la Iglesia Católica no parece tener fin. Y aunque no hay duda de que muchos sacerdotes viven esta norma a cabalidad, incluso con alegría y entrega vocacional, también es una realidad que en el mundo hay infinidad de “<em>hijos del celibato</em>” y, ciertamente, esta doble moral no es benéfica para la propia Iglesia.</div><div><span style="color:#ffffff;">.</span></div></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-51285429094963637.post-27050250354240117492010-12-30T05:39:00.000-08:002010-12-30T05:50:50.101-08:00LUCA SEIDITA (Diácono italiano) SE SUICIDA AL NEGARLE EL VATICANO SU ACCESO AL SACERDOCIO<span style="color:#ffffff;">.</span><br /><div align="justify">Una noticia que asombra por la falta de caridad que se trasluce por detrás… ¿Cómo se puede negar la ordenación a un diácono siete días antes? ¿Entiende de caridad el Vaticano? Como dice la página <em>Venerabilis</em>, no era homosensible pero sí poseía una gran sensibilidad… y ahora está muerto.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3DrPUAFzr_uEfeLz0geHc1RdNKgtqsP5RocmtnY_4iM9U2tHauAagUQnSAeGyB3iktxdZLXfRg205M_pajiF_nqC5h3PoYbJ9VP9DZ6x06JrY4j-1oG_-V9KckJ1aUPPvTR3z1qX6kZo/s1600/luca-seidita-diacono_180.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5556471277235256178" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 340px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3DrPUAFzr_uEfeLz0geHc1RdNKgtqsP5RocmtnY_4iM9U2tHauAagUQnSAeGyB3iktxdZLXfRg205M_pajiF_nqC5h3PoYbJ9VP9DZ6x06JrY4j-1oG_-V9KckJ1aUPPvTR3z1qX6kZo/s400/luca-seidita-diacono_180.jpg" border="0" /></a><span style="color:#ffffff;"> .<br /></span><div align="justify">Su nombre Luca Seidita, originario de Lecce, tenía 29 años y ejercía de Diácono en la diócesis italiana de Orvieto-Todi. Había estado un tiempo en la parroquia de San Venanzo, un año en Ficulle y últimamente venía desempeñando las funciones de secretario del Obispo, Monseñor Giovanni Scanavino.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>El martes 30 de Noviembre, entre las 21.30 y las 22h., Luca se lanzó al vacío desde los muros medievales de Orvieto, desde una altura de 30 metros. Una persona que paseaba con su perro encontró su cuerpo roto, yacía cadáver.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Según afirman distintos medios de información italianos, Luca dejó una carta escrita en su ordenador explicando su determinación desesperada: “<em>Quería llegar a ser sacerdote y toda mi vida ha estado dedicada a esto, pero me ha sido negado</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>En la misma carta pide perdón al Señor por su terrible decisión, manifiesta su desilusión y reconoce su propia fragilidad. A su Obispo se dirige con el tratamiento de “<em>padre Giovanni</em>” y le pide que su cuerpo sea sepultado en Matino, cerca de Lecce de donde era nativo.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Según informan los medios de comunicación, el joven diácono originario di Lecce, fue trasferido a Orvieto en el 2005, donde completó los estudios teológicos en la Universidad Lateranense. Llamado al palacio episcopal para desempeñar las funciones de secretario del Obispo a la espera de la ordenación, prevista para los próximos días, el pasado martes haciéndose presente en la Congregación de los Obispos, en compañía de su Obispo, volvió a escuchar por segunda vez un “<em>no</em>” a su ordenación por parte de las autoridades vaticanas, alegando falta de madurez.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">Luca manifestó su profundo dolor y decepción preguntando a su obispo con gran turbación: "¿<em>Qué he hecho</em>?… <em>Díganme</em>, ¿<em>qué he hecho yo</em>?…"</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><br />La Santa Sede mandó suspender la ceremonia y a raíz de ello fue publicado un comunicado de la diócesis: “<em>Su Excelencia Mons. Giovanni Scanavino, obispo de Orvieto-Todi, ha comunicado que la ordenación sacerdotal del diácono Luca Seidita, prevista para el 7 de diciembre próximo, ha sido suspendida y aplazada por intervención directa de la Santa Sede. Las razones serán pronto objeto de clarificación y discernimiento eclesial. Recemos para que don Luca, concluye la nota, se pueda reponer pronto de esta gran prueba</em>”.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Monseñor Giovanni Scanavino ha explicado que el Vaticano había considerado que el diácono no estaba todavía maduro para ser sacerdote. Según las mismas fuentes informativas, el obispo de Orvieto afirmó: “<em>Para mí estaba preparado para ser sacerdote</em>”, reconociendo haber “<em>divergencias de evaluación</em>” con los dicasterios romanos y afirmando no haber observado nunca nada insólito en los comportamientos de Luca.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Alguien ha roto el sueño de Luca. Y con su sueño también se ha desvanecido su vida.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.<br /></span>Quizás alguien haya visto a los pies de las murallas de Orvieto, en la noche del martes, la silueta de un forastero rondando a la espera…</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Profesor D. M. Luengohttp://www.blogger.com/profile/12583419191948942622noreply@blogger.com0